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En ellos no entraban de diario sino los cuatro amigos íntimos ya referidos: Juana la criada; una de las de cuerpo de casa, que hacía la limpieza bajo la inspección de Juana, a fin de que no rompiese algún objeto de arte o mueble delicado; y, por último, otros tres seres, que eran también semi íntimos de doña Luz, y que completaban o cerraban su círculo familiar.

Completaban la decoración una enorme espada pendiente del mismo clavo que sostenla un niño Jesús bordado en cañamazo, dos escopetas arrimadas a un rincón, dos guantes y dos mascarillas de esgrima junto a dos pares de floretes, tres maletas muy usadas y un hombre.

Pomposos ramos de flores de trapo, que a cien mil leguas declaraban haber sido hechos por manos de monjas, completaban el ajuar del altarejo, juntamente con algunos pequeñísimos objetos de plomo, representando sagrados adminículos, tales como cálices y custodias, lámparas y misales. Estos juguetes los hacían entonces los veloneros para los niños buenos y que no lloraban.

El jinete, que D. Salvador sólo distinguía de espaldas, era un hombre sumamente alto y erguido; llevaba un pesado poncho azul oscuro que le cubría todo el cuerpo y que descendía hasta más abajo de las rodillas. La cabeza, además de un sombrero de fieltro y de anchas alas caídas, estaba cubierta por un pañuelo colorado. Unas grandes botas completaban el traje.

También fueron muy frecuentes los techos de azulejos llamados de «ladrillo por tabla» ocupando los espacios de las viguerías en forma de casetones. Por último, en los comienzos del siglo XVI se pintaron techos planos al claroscuro, con dibujos de lacerías o con casetones de estilo plateresco. Fuentes de mármoles ó revestidas de azulejos completaban la artística decoración del patio.

En los cuatro triángulos de la bóveda estaban representados escultóricamente el Aire, la Tierra, el Fuego y el Agua, como si los tales elementos tuviesen alguna relación con la industria que daba vida al vasto palacio. Cuatro arañas de metal, enormes y rutilantes, completaban la pesada suntuosidad. Allí donde no había dorados ó espejos, ocupaban las paredes vistosas pinturas.

Cuando uno y otro se completaban de aquel modo, difícil era suponerlos desunidos; y después de admirar el pasmoso resultado de la combinación de los dos elementos, no habría sido fácil tampoco decir cuál de los dos era más inteligente.

Dos piezas interiores completaban el cuarto. Cuando Guillermina, comprendiendo el fin próximo de Mauricia, indujo a Severiana a sacarla del hospital por tercera vez y llevarla a su casa, la señora viuda del comandante cedió su cuarto para tan benéfico objeto, trasladando sus muebles al cuarto de otra vecina. Mauricia fue, pues, instalada en la segunda de las dos salitas.

Ese conjunto era realmente seductor, y sus bellezas se completaban con la magnificencia del paisaje circunvecino, hacinamiento de lindas colinas ondulosas, cubiertas de huertos y jardines y salpicadas de quintas y casas campestres en pintoresca dispersion. Pero al penetrar al interior de la ciudad, apénas detras de la primera fila de edificios que dominan el lago, todo cambió de aspecto.

Sus escasas creencias religiosas las completaban admitiendo un sér llamado Puntan, el cual decían, había existido muchísimos siglos antes de la creación del cielo y la tierra. Puntan, según la tradición, tenía una hermana, y esta, al morir aquel, creó de sus espaldas la tierra, de su pecho el cielo, de sus ojos el sol y la luna, y de sus cejas el arco-iris.