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Actualizado: 19 de noviembre de 2025
Don Mariano nunca dejaba de exclamar con su habitual y bondadosa sonrisa: «¡Ya canta el pajarito!» Y todos sonreían también llenos de complacencia; porque en la casa todo el mundo quería y admiraba a la niña.
Abu Hafáz, lleno de complacencia, fue ofreciendo ante sus ojos, y poniendo sobre el mostrador, mil extraños primores en joyas y en telas. Ella no se saciaba de mirarlas. Era muy curiosa. El mercader le dijo: Aún no te he mostrado, sultana, lo más espléndido y peregrino que mi tienda atesora. ¿Y para qué lo escondes y no me lo muestras? dijo ella.
Es indecible la complacencia con que estudio á las mujeres de Paris. No conozco la representacion de la mujer inglesa y rusa, y este es uno de los motivos porque más deseo visitar á Lóndres y San Petersburgo. Á una mujer debo toda mi vida, y natural parece desquitarme de semejante deuda, consagrándola una pequeña parte de aquella vida tan empeñada.
El rostro del amo se serenó, dilatándose con una sonrisa de complacencia. ¡Qué chica! ¡Qué chica! Todos los rostros se volvieron hacia el sitio en que habían sonado los disparos, expresando cordial alegría. ¿Y para cuándo es la boda, mi amo? se atrevió a preguntar uno. Allá para octubre respondió amablemente el caballero.
Ferpierre se repetía a sí mismo que el suicidio, en tales condiciones, no era solamente posible, sino hasta casi necesario. Ya por otras razones había reconocido su verosimilitud en una naturaleza melancólica y contemplativa como aquélla, en una alma habituada a mirar asiduamente dentro de sí misma, a estudiar sin miedo, y más bien con una especie de complacencia los problemas de la vida.
El camarero, cetrino y bigotudo, le escuchó atentamente, con una complacencia de tercero, y al fin pudo formar una personalidad completa con todos sus datos. La dama por quien preguntaba era la signora Talberg. Estaba de viaje, pero iba á volver de un momento á otro. Ulises pasó un día entero con la tranquilidad del que espera en lugar seguro. Miraba el golfo desde el balcón.
El mismo Breal le seguía con sus ojos de vidrio con tanta complacencia, que el joven estaba tentado por interpelarle directamente como en los tiempos en que siendo pequeño le tomaba por confidente de sus sueños infantiles. ¡Era dichoso! ¿Por qué?, hubiera preguntado la fría razón.
Así que la niña descalabrada en la alameda notó la presencia del perro entre sus implacables ofensoras, por los ladridos del uno y por los gritos de las otras, contuvo su llanto, y con íntima complacencia, se volvió para presenciar los destrozos que el enfurecido animal parecía estar haciendo en las ropas y pellejo de aquellas mal aconsejadas criaturas.
Era un pintoresco batiburrillo en el que se veían melones del tamaño de calabazas, limones gruesos como melones, ciruelas como limones y uvas como ciruelas. Quizá también el joven doctor miraba con cierta complacencia a las lindas griegas asomadas a los balcones y rodeadas de flores.
Doña Marcela me miró al fin con mal disimulada complacencia; yo le hablé, valiéndome de la tía Pepa que desde niño me conoce, y, al fin logré, que en una de estas últimas noches, que fue de las más calurosas del verano, doña Marcela saliese a la ventana a tomar el fresco. »Me hice como por casualidad el encontradizo y me puse a hablar con ella. No vayas a creer que es ninguna palurda.
Palabra del Dia
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