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Actualizado: 15 de junio de 2025


Andaba por Sevilla en los comienzos del siglo XVII, un sujeto á quien todos conocían con el nombre del hermano Juan de Jesús María, el cual iba por las calles con hábito de tercero ó ermitaño y con mucha humildad y constancia pedía limosna para las huérfanas.

Podrán estas noticias ser puestas en duda, pero respecto á que muy á los comienzos del siglo XV existía en Sevilla un reloj de torre, hay un dato indudable en las palabras del médico Juan de Aviñón, que en su libro Sevillana Medicina, hacia 1418, dice: «Y como quiera que agora seria grave de comer á estas horas ciertas, de aqui adelante nonserá grave por cuanto nuestro señor el arzobispo de Sevilla, que mantenga Dios mandó facer un relox que ha de tañer veinticuatro badajadas

El pillo criollo, en sus comienzos, se revela con facilidad al ojo menos observador. Le cuesta deshacerse de la cáscara del compadrito, origen común de todos ellos, que son generalmente muchachos de la última clase, vendedores de diarios ascendidos a carreros o sirvientes, y cuya educación e ilustración son casi nulas.

Esta dibujado, como todo lo suyo, con aquel maravilloso sentimiento de la línea que tuvo desde sus comienzos, pero en lo que toca al modo de hacer, ya empieza a vislumbrarse en este lienzo mayor soltura, menos esfuerzo para conseguir el modelado, y en lo referente al color, la tendencia a buscar la dulce y elegante armonía entre tonos grises y negros a que se aficionó tanto y manejó como nadie.

Por otra parte, había tenido que luchar en los comienzos de su carrera con abrumadores pesares. Una ligereza de juventud lo impulsó en sus veintidós años a contraer matrimonio con la hermana de uno de sus compañeros de taller: era ésta una muchacha bonitilla que parecía arrancada de un cuadro de Creuze, y como la madre de nuestro pintor, obrera en flores.

Están todavía en los comienzos de un posible desarrollo, y sin embargo, él las presentó al público como negocios en plena prosperidad. Era un hombre que, según afirman algunos, tuvo más de iluso que de criminal; pero esto no impide que haya arruinado á muchas gentes. Además, parece que invirtió una parte considerable del dinero de sus accionistas en gastos particulares.

Las cosas, o hacerlas bien, o no hacerlas. Y mandó llamar a Simón. Se marchó Guzmán, y entró a muy poco rato el mayordomo. Así estaban las cosas, con un pasito más que luego conoceremos, al invitar yo en los comienzos del capítulo precedente al lector amable y pío, a que me acompañara al nuevo domicilio de la marquesa de Montálvez.

Enrique, que vestía una chaquetilla elegantísima de terciopelo color granate, en los comienzos de la lidia dio, como sus compañeros, ejemplo de prudencia y circunspección. Rodeó, , infinitas veces la plaza, pero fue, casi siempre, por detrás de la barrera, y cuando lo hizo por delante, era tan cerquita de ella, que a cierta distancia parecía por detrás.

La Sevilla de tiempos de Don Alonso X tuvo que ser la misma, ofreció el mismo aspecto, que la de los monarcas sucesores, hasta llegados los comienzos del siglo XVI. ¿Y cómo fue? Veámoslo.

Pero en el mismo instante la aludida se alzó bruscamente de la silla y salió de la sala. El artista, detenido en los comienzos de su discurso, la miró alejarse con sorpresa y dolor.

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