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Actualizado: 28 de julio de 2025


El muchacho berreaba y corría de un lado a otro llamando a su padre. «¡Otro a quien han engañado!», decían los dependientes desde sus mostradores, adivinando lo ocurrido; y nunca faltaba un comerciante generoso que, por ser de la tierra y recordando los principios de su carrera, tomase bajo su protección al abandonado y lo metiese en su casa, aunque no le faltase criadico.

Eso no es el comercio, el conquistador universal, el universal revolucionario, encargado por la Providencia de llevar, entre sus mercancías, el espíritu de tolerancia y civilizacion á todos los países. Jugar no es comerciar; comerciar, no jugar, debe ser el oficio del comerciante. Si su nuevo oficio consiste en un juego, lo natural es que deje el nombre de comerciante, y tome el nombre de jugador.

Pero Juanito no se apercibía del cambio de táctica, atento como estaba en observar á un comerciante catalan que estaba junto al consul suizo: Juanito que los había visto hablando en francés, se inspiraba en sus fisonomías y daba soberanamente el pego.

El capitán deseaba buscar aparejos para su barco; le habían dicho que allí, en Burdeos, se hacían los mejores y más baratos, y que la gente de Bayona y de la costa vasco-francesa se entendía para esto con un comerciante vascongado.

Si don Eugenio ponía cara de perro a las peticiones, surgía la protesta en la rapaz parentela que tanto le quería. ¡Id allá, granujas! gritaba el comerciante . ¿Qué os debo yo para que vengáis a saquearme? Nada tengo que agradeceros, como no sea haberme abandonado en medio de esa plaza.

Y el segundo escribió en su carnet: Lescoët, 20 ch. y 8 de c., con tanta indiferencia como un comerciante que anotase el vencimiento de una letra. Kernok entonces se subió sobre un banco, dejó la bocina cerca de él y habló en estos términos: Muchachos, vamos a hacernos de nuevo a la mar.

Es decir, que el mejor carpintero será aquel que sabe mas verdades sobre su arte. ¿Cuál será el mejor comerciante?

Buen negocio ha hecho usted en la partida de cacao de la viuda e hijos de Villamor, amigo don Eugenio. Phs; regular. «En este momento me acaba de decir don Rosendo que ese negocio se le ha escapado a él de las manos por tontoComo don Rosendo pasa por el primer comerciante de la villa, don Eugenio no puede menos de sentirse lisonjeado por estas palabras.

Tadeo continúa: Ese es el músico H... ese, el abogado J que pronunció como suyo un discurso impreso en todos los libros y los oyentes le felicitaron y le admiraron... El médico K, ese que baja de un hansomcab, especialista en enfermedades de niños, por eso le llaman Herodes... Ese es el banquero L que solo sabe hablar de sus riquezas y almorranas... el poeta M que siempre trata de estrellas y del más allá... Allí va la hermosa señora de N que el Padre Q suele encontrar cuando visita al marido ausente... el comerciante judío P que se vino con mil pesos y ahora es millonario... Aquel de larga barba es el médico R que se ha hecho rico creando enfermos mejor que sanando...

Y entre, los rancios no sólo figuraba su tío, sino don Eugenio, el fundador de Las Tres Rosas, que también manifestaba al joven gran descontento. Siempre que Juanito se encontraba en la tienda con el viejo comerciante, éste le lanzaba miradas tan pronto de compasión como de desdén. Algunas veces hasta llegaba a murmurar con tono de reproche: ¡Ay, Juanito, Juanito...! Te veo perdido.

Palabra del Dia

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