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Actualizado: 5 de mayo de 2025


Aventurábase ella a contarle cuanto le pasaba, y muchas cosas que a la luz del día no osara decir, decíalas en la intimidad y soledad conyugales, porque allí venían como de molde, porque allí se decían sin esfuerzo cual si se dijeran por solas, porque, en fin, los comentarios sobre la sucesión tenían como una base en la renovación de las probabilidades de ella. v

Pero estaba en el Hotel de París; no disponía de una «villa» entera, como Alicia. Y ésta, aunque tentada por las insinuaciones de su amiga, no se atrevió á instalar al convaleciente en su domicilio. La gente era maliciosa, y ella, sin decir el por qué, temía ahora mucho sus comentarios.

De la cual novedad llegó a enterarse por los comentarios de su padre a cada batacazo del expediente, que no salía de un atolladero sino para caer en otro más hondo.

Sólo se sabía que Antoñuelo había vuelto apaleado; pero, a pesar de los comentarios que se hacían, nadie atinaba con el motivo y pocos sospechaban quién había sido el autor del apaleo. El tiempo aquel era el menos a propósito para que en Villalegre fijase el vulgo su atención en lance alguno, por extraordinario que fuese, de la vida real contemporánea.

Ha llegado a mi noticia manifestó con voz solemne que en Madrid se ha dicho que yo hacía descansar todo el peso de las representaciones sobre mi nieta Medarda, lo cual podría causarle fatiga por ser aún muy niña. Para evitar estos comentarios desfavorables he determinado que en la comedia de hoy tomen parte principal mis dos hijas y lo mismo sucederá en las representaciones sucesivas.

Los comentarios de la gente le habían enterado de la singular existencia de Alicia.

El único autor moderno, que habla de ella, es Martínez de la Rosa en sus Obras literarias, lib. II. Herrera, entre los más antiguos, cita varios pasajes en sus Comentarios á Garcilaso. Sevilla, 1588, pág. 541.

Habría esperado á Valeria, que regresaba de su almuerzo. Debían estar los dos desde mucho tiempo antes en la penumbra de este rincón, insensibles á lo que les rodeaba, sordos á los comentarios de la gente. El, vuelto de espaldas al príncipe, no pudo verle.

Es el caso que vieron adelantarse y dirigirse hacia ellas un individuo de extraña catadura, alto y delgado, vestido con larga hopalanda negra, y acompañado de otro que formaba con él perfecto contraste, pues era rechoncho, pequeño y sanguíneo, y llevaba americana gris rabicorta. Al aspecto de la donosa pareja llovieron los comentarios. El del gabanón parece un cura dijo Guardiana.

Y el general, que se las echaba de ingenioso, contestó, levantando los hombros: Déjelos. No es necesario que hagan más. La artillería sólo sirve para asustar pendejos. Después de estas batallas, cuando quedábamos vencedores por haber podido hacer fuego media hora más que los otros, venían los comentarios y las explicaciones del triunfo. Aquí entraba yo como estratega.

Palabra del Dia

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