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Actualizado: 25 de junio de 2025
¿Y qué es de la República que un dia Hizo surgir de entre la noche fria De esclavitud, un mundo colosal; La que dando patrióticas lecciones Fundó en el Continente tres Naciones Sobre el polvo del trono colonial?
El miedo fue el secreto resorte de las tiranías; el miedo fue el resultado de las supersticiones religiosas de la Sociedad Colonial, encarrilada en la obediencia habitual por el miedo crónico o consuetudinario a gobernantes de derecho divino, consagrados por el tiempo y por la Iglesia, que cesaron de improviso por la revolución y fueron reemplazados por directores accidentales que se aprovecharon del antiguo espíritu supersticioso.
Un día el general descubrió con sorpresa, al hablar del sistema colonial inglés, que Mendoza pensaba exactamente igual que él sobre esta cuestión. Verdad que el mismo general había emitido su opinión, hacía algunos días, delante de aquél; pero ya no se acordaba. Este chico se dijo es más de lo que parece.
Al fin le aburría la modorra colonial de Batavia, y tornaba á Europa, rompiendo su matrimonio, para reanudar la existencia en los grandes hoteles, pasando de las estaciones invernales á las playas de lujo. ¡Ay, el dinero!... En ningún plano social se podía reconocer su poderío como en el que ella habitaba.
Era una gran ciudad á la europea, en la que había que buscar tenazmente algún rincón de la antigua vida colonial para convencerse de que se había llegado á América. Experimentaba la extrañeza de vivir en un hotel mediocre y carecer de automóvil.
Las compañías de encapados o agentes de policía, establecidas por el virrey Amat, recibieron aumento y mejora en el personal con el nombramiento de capitanes, que recayó en personas notables. Pero los bandos se quedaban escritos en las esquinas, y los desórdenes no disminuían. Precisamente los jóvenes de la nobleza colonial hacían gala de ser los primeros infractores.
Simoulin, completamente solo, se consideraba preparado para toda clase de heroísmos. Yo también le había dicho Pierrefonds. El comandante consideraba una felonía abandonar la ciudad. Al declararse la guerra, había sufrido una amarga decepción viendo que no lo aceptaban para combatir en el frente, á causa de sus enfermedades de antiguo soldado colonial.
Si tenemos aún alguna guerra, es civil o colonial; guerras que podríamos llamar zompas, sin brillo y sin provecho, en las que mueren los hombres tan bien como en las Termopilas o en Austerlitz, pues sólo una vez se pierde la vida, pero sin el consuelo de la fama y de la admiración pública, sin la aureola de eso que llaman gloria. Han nacido ustedes demasiado tarde.
La mayor parte de sus soldados habían dejado en ella los huesos: otros habían perecido en el mar; sólo Pizarro y unos cuantos predestinados como él consiguieron volver a Santo Domingo. El antiguo paje de doña Isabel arrastró en la ciudad colonial la mísera existencia de los conquistadores sin éxito.
Sin esperanzas de que llegasen en su socorro fuerzas de la Península, ni de que en el país hubiese una reacción en favor del sistema colonial, viendo a sus compañeros desaparecer día a día, diezmados por el escorbuto y por las balas republicanas, no por eso desmayó un instante la indomable terquedad del castellano del Callao.
Palabra del Dia
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