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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Pero aunque esta respuesta en lo exterior fué la que Roger podia desear, quedo el Emperador muy desabrido de esta demanda, porque después de tan grandes presas, y despojos riquísimos de las Provincias conquistadas, pedirle luego una pequeña paga, era señal de una codicia insaciable, y que difícilmente todo el poder del Imperio Griego la pudiera satisfacer.
Pero ello es que la lisonja y la envidia, la codicia ambiciosa, la curiosidad y la novelería aumentaban considerablemente el personal de la tertulia en el tiempo que medió entre el nombramiento y la salida de Rubín para su destino. Mucho ajetreo tuvo aquellos días para arreglar sus asuntos y proveerse de ropa.
Harto sabía su padre que no pasaría de codicia y fingimiento lo que su hija inspirase, pues no tenía más encantos que el pelo abundoso y negro, la voz dulce y el mirar inteligente. El cuerpo no era esbelto, ni el andar airoso, ni las facciones delicadas.
Tomaron las armas, y bien apercibidos aguardaron lo que las diez y ocho galeras intentarian, que venian á dar sobre las nuestras. Estas diez y ocho galeras eran de Genoveses, que ordinariamente navegaban aquellos mares, porque su valor, ó codicia les llevaba por lo mas remoto de su Patria, como á los Catalanes de aquel tiempo.
Pero ésta, que a pesar de su modestia y discreción, estaba dotada, sin poderlo remediar, de una índole arisca, descontentadiza y desamorada, abrumaba a los príncipes con su desdén, y de ninguno de ellos se le importaba un ardite. Sus discreciones le parecían frialdades, simplezas sus enigmas, arrogancia sus rendimientos y vanidad o codicia de sus riquezas el amor que le mostraban.
Es este precioso signo del comercio más grato a la codicia de los hombres que lo fue el maná al paladar de los israelitas, porque al fin éstos se cansaron de él, y el dinero a nadie ha cansado hasta ahora.
I esto era, mas que devocion, codicia de apoderarse de los muchos i grandes bienes que solian tener los mas principales judíos, convertidos á la fe; puesto que segun las ordenanzas del tribunal establecido en Sicilia, la tercia parte de las haciendas embargadas á los herejes para despues confiscarlas, pasaba á los bolsillos de los inquisidores.
A ella vivía enteramente consagrado don Gaspar: sólo para guardarla y protegerla quería que Dios le prolongase los días. No era hermosa ni siquiera bonita, y habiendo de ser extraordinariamente rica, quedaba su porvenir a merced del primer hombre que movido de ruin codicia se fingiese prendado de ella.
Finalmente la presencia y autoridad de Roger, y de los otros Capitanes pudo tanto, que obedecieron todos, y con mucho peligro les retiraron, porque habian sacado sus banderas con ánimo de acometer á Pera, y saquearla, juntando á su venganza su codicia.
Ni codicia ni exigencias... ¡Lástima de chica! La verdad es que da compasión. Pero yo no he de cargar con ella para toda la vida. Lo que no puedo hacer es andar con tacañerías. Conque... estudiemos fríamente el caso. A una pérdida le daría tanto o cuanto, según su categoría y su modo de vivir, como quien paga cuenta de fonda con arreglo al lujo y fama de la casa.
Palabra del Dia
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