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Actualizado: 20 de mayo de 2025


El padre es padre al fin, y la naturaleza habla diciendo: «¡No firmo; mátame! ¡Eh, viejo cochino!», le contesta Quiroga, y toma la puerta ahogándose de rabia.

Cuando uno se propone un fin noble y elevado, como es el del matrimonio, y no puede conseguirlo á causa de un cochino déficit, reniega de la existencia y.... No pudo concluir la frase, porque ante sus ojos se presentó un espectro que avanzaba lentamente, con expresión siniestra y aterradora.

Y no por falta de prisa, en verdad, que por no detenernos las habíamos dejado la mitad de lo que ellas se tenían dentro, y nos las comimos las más como se las traía hechas el cochino en la barriga.

A no me hacen gracia los cojumbrales contestó la abuela meneando la cabeza. ¿Pues acaso no sabe usted, señora replicó Momo , lo que dice el refrán, que «un cojumbral da dos mil reales, una capa, un cochino gordo y un chiquillo más a su dueño». Te se olvidó la cola repuso la tía María , que es «un año de tercianas», las cuales se tragan las otras ganancias, menos la del hijo.

Le echaban en cara el vino y los manjares con que le habían atiborrado á todas horas. ¿Oyes, ladrón, lo que dice el doctor? Tu afición al champagne. Estarías borracho y por eso nos has hecho perder, cochino. Ochenta mil duros, ¿te enteras, sinvergüenza? Más de ochenta mil duros hemos perdido por tu culpa.... Por allá no vuelvas: te mataremos á patadas si apareces en las minas.

Carola, rabiosa y despechada, pero disimulando el enojo, preguntó: ¿De modo que el viejo es un lacayón alcahuete, cochino? No digo tanto; pero me malicio que hacen de él repoquísimo caso; vamos, es un criado antiguo de esos que hay en las casas grandes. Carola sabía cuanto deseaba. Todo quedó explicado.

Después, volviéndose a un compañero: Fíjate , polaco, ¿es que quieres quedarte tieso como ese que tienes al lado? ¡Oh! ¡el cochino! ¡qué feo es! ¡Toma! ahora pone los ojos en blanco. Era uno que expiraba en las últimas convulsiones de la agonía. Durand, ¿vendrás de una vez? gritó de nuevo Zeli ; ven a ver mi pierna, viejo mío.

Para esto siempre tenía que emplear el castellano: ¡Canalla! ¡Granuja! le decía . ¡Viejo cochino! ¡Cobarde! Marqués contestaba a los insultos con un ladrido suave, que parecía una quejumbrosa protesta, movía la cola como un péndulo y se ponía a andar en zig-zag, olfateando por todas partes. De pronto veía que algunas hierbas se movían y se lanzaba a ellas como una flecha.

Bartolo quedó unos instantes sin saber si estaba en este mundo ó en el otro, pero volviendo en su acuerdo supo con admirable serenidad mantener su dignidad y el prestigio de su glorioso nombre. ¡Anda, cochino! exclamó apresurándose á cerrar la puerta. ¡Corre, corre, que ya llevas bastante por hoy!

A la inofensiva mazamorra la tenemos relegada al olvido, y como dijo mi inolvidable amigo el festivo y popular poeta Manuel Segura: Yo conozco cierta dama que con este siglo irá, que dice que a su mama no la llamó nunca mama, y otra de aspecto cetrino que, por mostrar gusto inglés, dice: yo no se lo que es mazamorra de cochino.

Palabra del Dia

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