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Actualizado: 21 de junio de 2025
Tú, como muchos, no concibes que haya interés más que en tus iguales: para ti los del Jockey o los del Círculo... fuera de eso... nadie vale nada. Por lo pronto, hace más de un año que no voy al club. No irás, Ricardo, por cualquier razón; pero no por frecuentar a gente de otra clase. ¿Y qué? ¿Supones que deje de ir al Círculo por visitar a los señores maquinistas?...
Aquello era club incipiente, redacción de periódico, academia parlamentaria, todo esto, y algo más. ¡Qué hervidero! ¡Cuántas pasiones, cuántas crisis, cuántas revoluciones, cuánta historia, en fin, bullían dentro da aquel pastel que acababa de ponerse al fuego!
Estamos agraviados: también á nosotros nos han querido acusar como á ti; pero hemos alzado el vuelo y estamos fuera. Vamos á formar otro club. Me calumniaron exclamó Lázaro: yo no sé qué demonio me tentó á mí para hablar aquella noche. Si son unos mentecatos.
Llevando el cestillo ante ella con los brazos extendidos, pasó entre los grupos, lentamente, con una majestad hierática, dirigiéndose hacia la caja del club. Permaneció Spadoni junto al príncipe. También sudaba, mientras su rostro tenía la palidez de la emoción. ¡Qué noche, Alteza!... ¡Qué noche!
No le había faltado tiempo para conocer a Huberto como flirt; sabía a no dudar, que era un sportman perfecto, que su conversación de hombre de club distraía agradablemente a su auditorio, pero se daba cuenta también que, moralmente, le era perfectamente desconocido. ¿De qué vivía la inteligencia de aquel hombre? ¿Cuál podía ser la naturaleza de sus aspiraciones, el valor de su conciencia, el objetivo de su vida? ¿Hacia qué ambiciones o ensueños dirigía su voluntad?
Si los objetos de arte han sido en otro tiempo objetos útiles, si el Arte arrastra consigo la idea de inutilidad como algunos afirman, hay que confesar que los socios del Club de los Salvajes, en materia de boquillas obran como verdaderos artistas.
Cuando se hallaba entre los viejos del café Suizo no se acordaba de que le aguardaban los jóvenes bulliciosos de la Gran Peña para perpetrar alguna terrible broma; cuando charlaba con sus amiguitos del café del Siglo, gente de humilde posición, parecía ignorar la existencia de sus compañeros los duques del club de los Salvajes.
El médico contó la noticia esa misma tarde, pidiendo reserva, en la tertulia del boticario... De la tertulia del boticario pasó ella al Club Social, donde fue la novedad del día... Esa noche era jueves, y había concierto popular y paseo en la plaza principal del pueblo. Todo Tandil estaba allí.
Yo no quiero que pase aquí lo que en Francia, donde á causa de los excesos de la Revolución, la libertad ha muerto para siempre. Eso es música, amigo, música. Esa es la verdad. ¿Pero es posible que mis amigos, los individuos de ese club, que han predicado el uso de los derechos adquiridos como único medio de llegar á la libertad...? No lo puedo creer.
Los socios de la Fontana se habían marchado, cerróse el club y sólo quedaron en la calle los tres amigos y Lázaro, que se despedía para ir en casa de su tío. Espera un instante para ver lo que sale de aquí le dijo Javier deteniéndole. A la sazón una persona daba fuertes golpes á la puerta de Calleja.
Palabra del Dia
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