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Actualizado: 14 de noviembre de 2025
Don Fernando, al oirlo, le concede al punto la libertad, y Muley se aleja de su lado lleno de alegría, y dando las gracias á su generoso adversario; escena sublime, propia de aquella caballería romántica de las guerras civiles de Granada, y hasta en sus palabras se nota cierto colorido semejante al de los romances moriscos.
Aquí tengo la lista exclamó prontamente Rufete haciendo ademán de sacar un papel. No, no saque usted la lista. Tampoco eso nos importa gran cosa ahora.... Nuestra sociedad cuenta ya con un brillantísimo contingente de personajes civiles. Espere usted insistió Rufete revolviendo sus papeles , aquí está. No.... ¡Con cien mil palitroques! tampoco nos hace falta ahora la lista de isabelinos.
A la izquierda del Guadajoz, entre este rio y el Genil, tenemos el gran teatro de muchas proezas consumadas en la secular contienda de España contra el islamismo y en sus deplorables guerras civiles, y los señoríos de los mas ilustres guerreros cordobeses.
Mas ya que el individuo se aplica a realizar el concepto de ciudad, es decir, de un esquema, una estructura, con propósitos ideales, de la cual él no es sino subordinada partícula, surge la ciudad helénica, arquetipo de urbes, surgen la norma, el canon, la simetría, las calles soleadas, regulares y homogéneas, las viviendas civiles de hospitalario pórtico e inviolable hogar, los jardines, el mercado, el ágora, el templo armonioso, que no esa catedral bárbara y campanuda.
Cuando hubo pasado por delante de una danza, a una aldeana se le ocurrió entonar cierta copla de un antiguo canto de aquella comarca: Si me llevan prisionero, No me llevan por ladrón: Me llevan porque he robado A una niña el corazón. Andrés no pudo menos de sonreír, y volviendo el rostro hacia aquel sitio hizo un saludo con la mano. Los civiles también sonrieron.
Las calles veíanse continuamente llenas de muchachos que, sucios, andrajosos y hambrientos, crecían abandonados á sus instintos, sin que ni las autoridades eclesiásticas ni las civiles, ni otras corporaciones, se cuidasen de atender á ellos, apesar de que de tan pingües rentas disponían.
En Bélgica han encontrado asilo todas las ideas perseguidas ó sujetas á discusion; se ha mantenido la mas saludable actividad en la vida política, sea en el parlamento y las corporaciones provinciales y municipales, sea en la prensa y las asociaciones privadas, sea en las elecciones y peticiones y en las grandes fiestas nacionales; y el resultado de esa actividad política se manifiesta en la actitud de los partidos, en la importancia de sus debates ó luchas pacíficas, y en la estabilidad que ha adquirido la constitucion nacional, fundada en la libre manifestacion de todas las opiniones, en el respeto por todos los derechos, en la energía de las costumbres políticas y civiles.
Así El Abencerraje, de Villegas, y Las guerras civiles de Granada, de Ginés Pérez de Hita. Las novelas cortas, por último, y cuentos de italianos, franceses e ingleses, sin excluir el Decameron, de Bocaccio, son muy distintos de la novela cervantesca.
Dale un beso a ese caballero. Adviértase que no dijo «al capitán,» ni siquiera «a ese señor oficial.» Todavía sus labios civiles repugnaban dejar paso a una palabra de orden exclusivamente militar. ¡Pero papá! exclamó la hija menor, roja ya como una amapola. ¡Vamos!... profirió con la diestra extendida y en la actitud más imperativa que pudo adoptar jamás un dios jubilado. No hubo más remedio.
Como otros muchos hombres, en aquel largo período de anarquía, discordias y guerras civiles, que precedió al reinado de los Reyes Católicos, había buscado por diversos caminos la notoriedad, el poder y la fortuna, y no había logrado hallarlos.
Palabra del Dia
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