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Actualizado: 14 de julio de 2025
Los odios, las perfidias, la usura y la incontinencia representaban en sus correspondientes teatros la mas trágica escena, y perdido el pudor se transgredian las leyes sagradas y civiles con escándalo reprensible.
La precedente portada es la del interesante folleto de 6 hojas, más una pragmática Real sobre la forma que se ha de guardar en falta de Virrey, se refieren puramente a las causas civiles pendiente en Juzgado del Santo Oficio de la Inquisición.
Las guerras civiles, que habían llegado a un período culminante, abrían una carrera fácil a los hombres de resolución, y él no desesperaba de adquirir, a los ojos de mi abuelo, tales títulos de gloria, que le permitiese casarse. Fue por eso por lo que nos abandonó, llevándose la esperanza de volver pronto para no dejarnos ya más.
Aunque ella alcanzase á vivir después de la guerra, continuaría su existencia presente en los hospitales civiles, en los países remotos azotados por las epidemias. El tal vez se casase con otra, ó tal vez permanecería fiel á su recuerdo, dedicándose por su parte á remediar el dolor de los hombres.
¿Ties mieo a los siviles? preguntó Potaje . No vendrán; y si vienen, yo estoy contigo. Plumitas hizo un gesto despectivo. ¡Los civiles! Eran hombres como los demás; los había valientes, pero todos ellos padres de familia, que procuraban no verle y llegaban tarde al saber que estaba en un sitio. Unicamente iban contra él cuando la casualidad los ponía frente a frente, sin medio de evadirse.
Hice empréstitos a los reyes, subsidié guerras civiles, y fuí aclamado por todas las repúblicas latinas que ornan el golfo de México. Y entre tanto, vivía triste...
España, pobre, desgarrada por discordias civiles, sin dominio y sin influjo en lo exterior, se había transformado de repente en la primera nación del mundo, y Fray Miguel, que en sus verdes mocedades había aspirado a llenarle de su ama, como trovador y como guerrero, tenía entonces que confesarse asimismo, en amargo vejamen, que ni como devoto fraile, con oraciones y súplicas, había contribuido a tan maravillosa transformación y a tan no prevista ni imaginada grandeza.
En tiempo de los santos, pensaba el cochero, de seguro que no había Guardias civiles, porque con los culatazos no se puede vivir mucho. Despues del gran anciano, venían los tres Reyes Magos en caballitos que se encabritaban, particularmente el del rey negro Melchor que parecía iba á atropellar á los de sus compañeros.
Artigas había sido contrabandista temible hasta 1804, en que las autoridades civiles de Buenos Aires pudieron ganarlo y hacerlo servir en carácter de comandante de campaña en apoyo de esas mismas autoridades a quienes había hecho la guerra hasta entonces.
Virgilio, Cicerón, Tíbulo, y el mismo Horacio, que imprimieron semejante carácter al genio romano, ¿no habían nacido por cierto, como nosotros, durante las espantosas luchas civiles de Roma, entre el barullo de las proscripciones de Mario, de Syla o de César?
Palabra del Dia
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