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Cuarenta y un millones arranca del presupuesto, y aún le parece poca cosa esta cifra, que resulta una enormidad en un país que dedica nueve millones a la enseñanza y un millón al socorro de los desgraciados. Mantenerse en correspondencia con Dios les cuesta a los españoles cinco veces más que aprender a leer. Pero esto de los cuarenta y un millones es un tapaojos.

En la defensa del rey y la reina se cifra, por lo tanto, toda la estrategia del ajedrez. Pero aunque la similitud entre el ajedrez y las batallas humanas, político-militares, es muy grande, existe, sin embargo, la radical diferencia que hay entre la vida y el puro mecanismo de unos muñecos de madera. Aclaremos un poco el punto.

Examiné esta y aquella, y en efecto, en el oro del primero y en la plata de la segunda, se encontraba la cifra y una inscripción debajo de ella que decía: 8 de Enero 1720. Mientras hice mis investigaciones, el sacerdote concluyó su rezo de gracias, y ambos nos dirigimos á la casa de mi amigo A... Incidentalmente hice recaer la conversación acerca de la ermita y de lo que á ella se refería.

Mientras tanto, el secreto de Su Eminencia, inscripto en la cifra secreta usada por el Vaticano en el siglo XVII, pasó, según parece, de las manos de Poldo Pensi a las de Burton Blair, su compañero de mar e íntimo amigo. Hace unos cinco años, más o menos, que yo supe esto por primera vez.

Para hacer de Pepita ese símbolo, esa vaporosa y etérea imagen, esa cifra y resumen de cuanto puedo amar por bajo de Dios, en Dios y subordinándolo a Dios, me la finjo muerta, como Beatriz estaba muerta cuando Dante la cantaba. Si la dejo entre los vivos, no acierto a convertirla en idea pura, y para convertirla en idea pura, la asesino en mi mente.

Las expresadas crónicas hacen subir la población de las islas á 100.000 almas, cifra que asimismo nos parece inexacta, no comprendiendo que ni la extensión, ni los productos del suelo pudieran alimentar tal exceso de población, y sobre todo y más que la falta de proporción entre los habitantes y el suelo, en que aquellos, según las mismas crónicas, se redujeron en muy pocos años á más de la quinta parte; disminución incomprensible en tan poco tiempo, teniendo en cuenta la razón de situación de las islas y la casi absoluta incomunicación en que estaban con los demás pueblos.

Apenas si esa cifra hubiera sido suficiente para los gastos de Lea y para los míos si una prudente economía hubiera reglado las necesidades corrientes; pero el desorden de Lea era incurable y yo no era tampoco muy previsor. Ello fué que al cabo de unos meses me encontré en los más graves apuros. ¿Para qué recordaros los detalles de aquella triste época? Los conocéis tanto como yo.

Ya no soy Isidora. No vuelva usted a pronunciar este nombre». ¡No pronunciarle más, cuando a él le parecía tan dulce, tan armonioso, cifra y compendio de la melodía infinita! Echó D. José un gran suspiro y tras él estas palabras: «Ha sido una tontería que te ofrezca la mano y el nombre de un viejo caduco.

En ella se cifra nuestro siglo de medias tintas, de medianías, de cosas a medio hacer: de todas las palabras que reinan en figuras de hombres y cosas por allá abajo, ésta es en el día la que reina sobre todas, CUASI. Ese es todo el siglo XIX. Obsérvala: a cada una de sus facciones le falta algo; no es más que un perfil: ni está de pie, ni sentada. Vestida de blanco y negro, día y noche.

Y con él GASPAR DE AVILA, primero Sequáz de Apolo, á cuyo verso y pluma, Iciar puede envidiar, temer Sincero. Llegó JUAN DE MEZTANZA, cifra y suma De tanta erudicion, donaire y gala, Que no hay muerte, ni edad que la consuma. Apolo le arrancó de Guatimala, Y le truxo en su ayuda para ofensa De la canalla en todo estremo mala.