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Mientras tanto, el secreto de Su Eminencia, inscripto en la cifra secreta usada por el Vaticano en el siglo XVII, pasó, según parece, de las manos de Poldo Pensi a las de Burton Blair, su compañero de mar e íntimo amigo. Hace unos cinco años, más o menos, que yo supe esto por primera vez.

El no tenía bienes raíces de ninguna clase, no estaba inscripto en el gran libro, no debía de tener tampoco economías. Sumando su sueldo con el sueldo de los pececillos, el total no alcanzaba, con las mermas del descuento, a seis mil duros.

Ella misma hizo la lista de los convidados, y con gran disgusto del señor de Maurescamp, el nombre del señor de Lerne se hallaba también inscripto; conocíalo ella apenas, pero había oído hablar mucho de él, puesto que había dejado en la alta bohemia parisiense una reputación de amable compañero y de caballerosidad.

Por lo tanto, a las ocho de esa mañana subimos a uno de esos viejos y polvorientos coches toscanos de camino, cuyos caballos llevan de adorno ruidosas campanillas, y cerca del mediodía nos encontramos en la orilla izquierda del río, contando los cuatrocientos cincuenta y seis pasos, como indicaba el registro secreto inscripto en las cartas.

Teniendo numerosas relaciones, las conservaba como si hubiera sido un deber de Estado; juzgaba haber cumplido ampliamente los deberes de caridad que le incumbían cuando había inscripto su nombre en la lista de las damas del patronato de todas las obras que podían gloriarse con su ilustre presidencia.

Burton Blair me lo ha regalado, y por consiguiente es mío declaré. Yo no disputo eso contestó el monje. Pero como guardián del secreto del cardenal, tengo derecho de saber cómo ha venido a sus manos el registro inscripto en las cartas, y cómo ha conseguido usted la clave de la cifra.

Belarmino, con el tecnicismo de su inventiva, había dicho, traducido al pie de la letra: «Fuera de la zapatería, e inscripto en el círculo de mi ortodoxia, que así puede llamarse círculo como cuadrado, puesto que la ortodoxia es la conciliación de los contrarios, soy fanático, y aún más, incendiario violento; pero fuera de mi centro propio y dentro de la zapatería, soy indiferente.