Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 18 de julio de 2025
Otro accidente influye también en el corazón de Lucrecia, haciéndola apartarse del mundo; sigue el ejemplo de su primer amante, y se refugia en una choza solitaria en las montañas para vivir y morir en ellas.
La mujer aceptaba aquellos cuidados como había aceptado las limosnas, sin dar las gracias y como cosa debida. Los niños se habían diseminado por el campo, adonde los había enviado Luciana a cortar amapolas. No quedaba en la choza más que la hija mayor, sentada en una piedra que servía de mesa y de banco.
¿A esto llama usted choza, y están las paredes llenas de santos? Vaya, vaya, usted me perdonará el atrevimiento; pero yo necesitaba hablar con usted, y pensé que almorzando se entienden las gentes. Tantas gracias. Se sientan cerca de la chimenea, cuyas llamas se reflejan en los vidrios de los cuadros, y comienza el festín.
Las mujeres para los partos se van á la orilla de un río donde lavan la criatura así que ve la luz; se baña también la madre, y concluída esta operación, coloca el recién nacido en una especie de cestillo á la espalda y se vuelve á su choza. Su idioma es muy distinto del de los pueblos cristianos confinantes.
En su cúspide dibujan una especie de dientes enormes dos piedras peladas. Nada hay que anime aquella pedregosa sierra: ni un árbol ni una choza. A causa de esto, sin duda, el jardín produce un encanto misterioso.
Había encontrado en el camino a una de las niñas de la choza que venía a buscarnos al señor de Seligny y a mí, de parte del señor de Montbreuse moribundo.
Choza o palacio dijo el enfermo en tono solemne y sentencioso son iguales para mí. Es que estás muy enfermo. No importa. Y estarás peor cada día. No importa. Y en este sitio no podrás restablecerte. Te digo que no importa gritó Navarro exaltándose . Harías bien en dejarme solo. Salvador pensó que no había más remedio que recurrir a la fuerza.
Después supe que había tenido que hacer noche en una choza próxima al Magdalena, pues la oscuridad lo había obligado a detenerse. Entretanto, pasó el día, llegó la tarde y mi rubio tuerto, mi sabanero, portador de mi maleta más importante, no aparecía.
En su choza de cañas, construida por él mismo, no hay nada que no sea obra de sus manos, desde la hamaca tejida con mimbres, y las tres piedras negras reunidas en forma de hogar, y los troncos de tamarisco dispuestos en forma de escabeles, hasta la llave y la cerradura de madera blanca con que se cierra esta extraña habitación. Este guarda es por lo menos tan extraño como su residencia.
Por la noche, mojados hasta los huesos, encontramos un albergue, medio taberna, medio cabaña, que se llamaba el Reposo del Cazador. Era una choza, con las paredes y el tejado cubiertos por completo de hiedra, con dos ventanas con cortinillas rojas, iluminadas por la luz interior. Parecía aquella cabaña la cabeza hirsuta y peluda de un monstruo, con sus dos ojos encarnados.
Palabra del Dia
Otros Mirando