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Actualizado: 16 de julio de 2025


Se oía la voz del organillero pidiendo a gritos que «le echasen algo» de los balcones. Cuando callaba el piano venía de lejos un runruneo de guitarra con choque de castañuelas y férreo retintín de triángulo.

Odio y resentimiento por una parte, suspicacia é ira por otra, acabarán por fin en un choque violento y terrible; máxime cuando hay elementos interesados en que se perturbe el orden para pescar algo en turbio, para demostrar su valioso poder, para lanzar lamentaciones, recriminar ó activar medidas violentas, etc.

Formamos el proyecto de hacer esa excursión penosa, pero mucha gente conocedora de la localidad nos hizo desistir de la idea, persuadiéndonos de que aquella enorme masa de vapores desprendidos del choque, hacía la tierra tan sumamente permeable y pantanosa, que corríamos riesgo de hundirnos, o en todo caso, de no llegar al punto deseado.

Este proyectil atravesó el espacio como un bólido semilíquido, cayendo precisamente sobre uno de aquellos jinetes barbudos y de voz atiplada que movían su alfanje para que retrocediese la muchedumbre. ¡¡Chap!!... El caballo dobló sus rodillas bajo el choque, para volver á levantarse encabritado, emprendiéndola á coces con los curiosos más próximos.

Después del choque provocado por el fanatismo dominador, vendría la huelga de los infelices, la reclamación imperiosa de la miseria. Un ejército enemigo se ocultaba tras aquellas montañas que cerraban el horizonte: una horda hambrienta que algún día caería sobre la población como en otros tiempos las gavillas del absolutismo.

Todavía pendían de su tejido muchas flechas, que le recordaron su primer choque con los soldados de la República femenina. La vista de ellas evocó en su memoria á los dos compañeros de viaje, completamente olvidados hasta entonces.

Se acercó por detrás del toro; y este joven, de delicada estructura y de fino aspecto, cogió de sus manos la cola de la fiera, y la atrajo a , como si hubiera sido un perrito faldero. Sorprendido el toro, se revolvió furioso y se precipitó contra su adversario, quien, sin volver la espalda y andando hacia atrás, evitó el primer choque con una media vuelta a la derecha.

Vio el portal de la casa de Santa Cruz, y sus miradas se internaron con recelo por aquella cavidad ancha, de estucadas paredes, y alumbrada por mecheros de gas. Ver esto y pararse en firme, con cierta frialdad en el alma, sintiendo el choque interior de toda velocidad bruscamente enfrenada, fue todo uno.

Esto hizo dudar un momento á Castro, que no tenía idea de la importancia del choque entre los dos hombres. Pero su indecisión fué corta. Algo hay que no comprendo y que callas.

Durante la comida gruñó un poco D. Santiago; pero la prudencia y discreción de su esposa evitaron un choque que pudo haber tenido calamitosas consecuencias. Lo que he contado pasaba el 20 de mayo, si no me engaña la memoria.

Palabra del Dia

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