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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Con antorchas le esclarecen el camino, y á su llama, que en chispas se desparrama del viento bajo el furor, de Ayela ve el almirante la sobrehumana hermosura, y súbita llama impura prende en él de un torpe amor.

Una ventana próxima dejaba visible la puesta del sol, envolviendo en un nimbo de oro al piano y al ejecutante. La poesía del ocaso entraba por ella: susurros del ramaje, cantos moribundos de pájaros, zumbidos de insectos que brillaban como chispas bajo el último rayo solar.

Solemnizado interiormente el voto, Sebastián recobró la paz del alma, y acabó su viaje sin tropiezo. Cuando llegó á la aldea, poníase el sol entre celajes de oro; la campiña estaba muda, solitaria é impregnada de suavísima tristeza; todo lo cual es parte á sacar chispas de poesía de la corteza de un alcornoque, y no si pudo sacar alguna del alma de Sebastián.

Y el viejo, con el bigote un tanto erizado y los mongólicos ojos echando chispas, se movía y braceaba furioso, como si arrojara su indignación a la cara de un ser invisible.

El trueno conmovió toda la huerta, despertando una tempestad de gritos y ladridos. Sènto vio un abanico de chispas, sintió quemaduras en la cara; la escopeta se le fue y agitó las manos para convencerse de que estaban enteras. De seguro que el amigo había reventado.

Pasaron de nuevo, a lomos de los dañadores, el riachuelo vecino al «Mal Paso». El Chispas y su maestro caminaban ágiles, sin el más leve indicio de fatiga, algo descontentos de su faena. Habían perdido la noche: total, docena y media de conejos.

Aquel eterno secreto sería traído y llevado en semejantes medios, porque al igual que una hoguera al aire libre tenía, sin duda, que despedir imprudentes chispas que lo delatasen; si no era ya conocido, a lo menos era fácil que llegara a saberse. Había, una porción de personas que al verlas, me decía con furor: «todos esos deben ser mis confidentes.» Y ¿qué podía yo esperar de ellas? ¿Consejos?

La plaza quedaba en poder de la gente menuda, chiquillos desarrapados, que, tomando carrera, saltaban la hoguera con agilidad de monos, cayendo al lado opuesto envueltos en las chispas.

, , secuestrarlo, es lo mejor: no se le dejará apearse añadió doña Petronila. No; protesto... entonces no subo. Subió; y la carretela salió arrancando chispas de los guijarros puntiagudos por las calles estrechas de la Encimada. Detrás iba la Góndola, atronando al vecindario con horrísono estrépito de cascabeles, latigazos, cristales saltarines, y voces y carcajadas que sonaban dentro.

Las estrellas brillaban, las olas, al chocar unas contra otras, desprendían tantas luces fosforescentes, que aquella vasta llanura, de un negro sombrío, aparecía casi iluminada por millares de chispas azuladas, y verdaderamente, salvó el levante que mugía más que el trueno, era un hermoso espectáculo.

Palabra del Dia

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