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Después de saludarse afectuosamente, subieron al carruaje, y éste comenzó a rodar por las calles silenciosas con áspero traqueteo. Cuando salieron por la puerta de Toledo, comenzaba a rayar el día. Al llegar a Carabanchel ya estaba claro. Durante el trayecto, el general y Merelo no cesaron de hablar de política. La mañana despejada.

De pronto los cuentos de Estupiñá cesaron. A Barbarita todo se le volvía preguntar y más preguntar, y el dichoso hablador no sabía nada.

Estas preguntas y estas respuestas respetuosas no cesaron hasta que se hubo averiguado que todos los Lammeter estaban en tan buena salud como de costumbre, lo mismo que los Osgood; además, la sobrina Priscila debía seguramente de estar por llegar, y que no era muy agradable viajar a la grupa con tiempo de nieve, bien que una capa de viaje abrigara mucho.

No había, pues, otro remedio que tomar los acontecimientos como se presentaran. Y llegó así el día fatal; y aunque los cabildeos y la efervescencia no cesaron un instante, y don Simón votó con tal ira y tal ímpetu que arrancó carcajadas a las tribunas, el Gobierno perdió el pleito; y como no tenía a la mano un decreto dado por la regia prerrogativa, dióse por muerto y presentó su dimisión.

A la caída de la tarde la violencia de la tormenta había terminado; cesaron los truenos, se apagaron los relámpagos, é inmediatamente la luna, asomándose por la cumbre lejana, pareció dispersar por el cielo los jirones de nube, lo mismo que un navío rompe con su proa las flotantes islas de alga.

Que el declarante se quedó observándole á lo lejos. Que algún rato después se abrió el postigo de la casa del duque y salió un hombre sobre el cual se arrojó á cuchilladas el embozado que estaba escondido; que á poco las cuchilladas cesaron y el embozado y el otro se dieron las manos, hablaron al parecer como dos grandes amigos, y se escondieron en el zaguán.

Andrés, la mayor parte del tiempo, no atendía al argumento del discurso por contemplar más a su placer el juego expresivo y gracioso de su fisonomía, sus ojos brillantes, su boca virginal, los movimientos vivos, resueltos, de su cuerpo, mórbido y exuberante de vida. Pero esta charla interminable de una parte y esta contemplación extática de la otra, cesaron súbitamente.

Los salvajes de América creían inmortales a los primeros europeos que llegaron a conquistar el nuevo mundo, y por eso los juzgaban omnipotentes, hasta que al ver sucumbir el primer español reconocieron el engaño y cesaron de venerarlos...

Oyéronse al fin leves pasos que parecían provenir de unas estrechas escaleras, situadas cerca del joven; luego los pasos cesaron y se oyó un siseo de mujer. ¡Ah! ¡ya pareció ella! dijo Quevedo ; ¿pero quién será? Entre tanto Juan Montiño se había dirigido sin vacilar á las escaleras, y desaparecido por su entrada. Sigámosle.

Calló la pluma y se acurrucó con devota compostura en la punta de una de las espinas que ceñían la frente del dorado Cristo suspendido en lo más alto del retablo. Cesaron los cantos, apagáronse las luces.