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Actualizado: 15 de mayo de 2025
En efecto, grupos de curiosos estacionaban delante de las ventanas, mientras que la algazara y la risa en los establecimientos contiguos habían cesado por completo, como si prestasen atencion á lo que pasaba en el banquete. El silencio tenía algo de estraordinario. Tadeo, ¡pronuncia tu discurso! le dijo en voz baja Makaraig.
Condujo á Herminia á una habitación del primer piso y abriendo vivamente las persianas, dijo: Esta es la habitación que yo habitaba en otro tiempo, cuando vivía el tío Guichard ... Te la doy, hija mía ... Comunica con otro cuarto que será, para tu marido cuando haya cesado de enfurruñarse y venga á reunirse contigo. ¿Podrá, entonces, venir? Sin duda alguna. Pero, ¿sabe que estamos aquí?
En el mismo ángulo bailaba Charito, que dirigía a su amiga, de vez en cuando, miradas de reproche; pero en seguida su cara se iluminaba escuchando a su compañero, que era el joven de la voz amaricada. Adriana había cesado de bailar. Seguía Muñoz con los ojos su silueta indefiniblemente lánguida. Su andar era suave.
Cansada de correr, y sospechando, aunque poco experimentada en las cosas del mundo, que aquella naranja tan corredora no era del todo natural, la pobre se detenía a veces y pensaba en desistir de su empeño; pero la naranja al punto se detenía también, como si ya hubiese cesado en su movimiento y convidase a su dueño a que de nuevo la cogiese.
En toda ella había sin embargo algo de apasionado, una cierta intensidad de color de que nunca se despojaba; y si en alguno de sus cambios ese color se hubiera vuelto más débil ó más pálido, habría cesado de ser ella, no habría sido Perla. Esta movilidad externa indicaba y expresaba completamente las diversas condiciones de su vida interior.
La pertinaz lluvia había cesado, las estrellas centelleaban, y a través de la ventana sin postigos, la luna llena, alzándose por encima de los fúnebres pinos, penetraba en el cuarto, bañando con sus rayos de plata la solitaria figura del sillón.
La sobrina del doctor empezó a nombrar a aquellas de sus antiguas amistades que no habían cesado de visitar la casa de la calle de Angulema, citando por último a Felipe Auvray. El enfermo recapacitó. ¿Ese Felipe Auvray no es amigo de Amaury? Sí, señor. ¿Uno muy elegante? ¡Oh! no, tío. Pero joven y de gran posición, ¿no es eso? Sí. ¿Noble? No. ¿Te ama? Lo sospecho. ¿Y tú a él? Ni un comino.
Según he leído, en el primer viaje de Colón ya se embarcaron dos en las carabelas, y desde entonces no han cesado de ir.
Es más, como Matilde tenía un carácter más firme, o era más tiesecilla, según la expresión vulgar, pronto llegó a dominar a su dócil y bonachona amiga. Mas por lo que respecta a Eduardito, nunca había cesado aquel sentimiento de protección maternal con que Fernanda le trataba.
Y cuando, después de larga emigración, la montaña columbrada á lo lejos no era engañador espejismo, sino verdadera cumbre con nieves y rocas, ¿quién habría podido dudar del viaje hecho por el dios para acompañar á su pueblo? Así es como la montaña, cuya punta acogió á los refugiados del diluvio, no ha cesado de andar por los continentes.
Palabra del Dia
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