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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Porque decía doña Juana: La honra de un esposo es un depósito tan sagrado, que no debe menoscabarse ni aun delante del confesor. La duquesa se confesaba directamente con Dios, y le pedía fuerzas para resistir al duque, que no cesaba en su porfía. Y Dios se las daba. Y cuenta que junto á doña Juana no había nada extraño que concurriese á defenderla.

De esta manera vinieron tras por algún trecho del camino, no pudiendo yo responderles palabra por las lágrimas que me corrían de los ojos, y por un inexplicable consuelo que me ocupaba el corazón, considerando cuán fácil es á la divina omnipotencia mudar los corazones y voluntades humanas, pues sólo con querer puede en un instante convertir los tizones del infierno en piedras resplandecientes del Paraíso; no cesaba de bendecir y besar las santas llagas del Redentor, á cuyos méritos reconocía deber el feliz éxito de esta Misión.

Llegado junto á su cuerpo, que poco antes había dejado, no le pareció más que una disforme masa de barro y se maravillaba consigo mismo y no acababa de creer que aquél era en quien poco antes ejercitaba todas las operaciones y facultades naturales, y no cesaba de lamentarse y quejarse con sus compañeros, sino que éstos, sonriéndose, le dijeron: Aquí conocerás qué cosa eres , cargado de esta vil y hendionda materia.

Por esto la viuda no cesaba de pensar en el gran partido que podía sacar de Fortunata, desbastándola y puliéndola hasta tallarla en señora, e imaginaba una victoria semejante a la que Maximiliano pretendía alcanzar en otro orden. La cosa no sería fácil, porque el animal debía tener muchos resabios; pero mientras más grandes fueran las dificultades, más se luciría la maestra.

Así quería Pepillo que fuesen con él las personas y criados que le trataban y servían; así quería que fuese Gabriela, la cual no cesaba de corregir en el niño cuanto en él observaba contrario a una buena educación. Pero el pobre niño no sufría las reprensiones de su hermana, se revelaba contra ella y la colmaba de insultos. La joven apelaba a sus padres pero éstos rara vez la escuchaban.

Firme en estas ideas de justicia distributiva, aplicada a la humanidad dolorida, el gran Thiers, cuando Golfín estaba presente, no cesaba de aturdirle con bien estudiadas lamentaciones de su suerte. El buen señor se lloraba tanto, que casi casi era como pedir una limosna: «¡Ay, Sr.

El perro, sin hacer caso de los puntapiés de Pedro, no cesaba de ladrar y aullar, corriendo de un lado á otro, unas veces acercándose á la hoguera con las orejas tiesas y los pelos erizados, marchando otras á ocultarse entre las piernas de alguno de los presentes. La algazara había ido cesando poco á poco en el concurso. Los rostros quedaron completamente serios.

Me parece, no obstante, que había más sinceridad en ellos que en el soneto del Sr. Grilo a las cataratas del río Piedra, aunque, por supuesto, mucha menos fantasía. La lluvia no cesaba. Con todo, se fue debilitando de tal modo, que ni para la salud ni para el sombrero había gran peligro en salir y llegar hasta Fornos.

Esas cualidades especiales habían cautivado al señor de Maurescamp, quien se había propuesto, hacía ya algún tiempo, hacerse criador y montar una caballeriza de cacerías; no cesaba de tener conferencias sobre tan importante asunto con el capitán de Sontis, y apreciaba altamente sus preciosos consejos.

Cuando le leyeron a don Francisco la relación de la lucida fiesta, el buen señor no cesaba de repetir: «¡Quién sería el bobo, quién sería el bobo...!». Los primeros días después del sarao, Milagros parecía muy satisfecha. Paulatinamente su contento amenguaba, y hacia el 20 podríais notar en ella súbitos ataques de tristeza.

Palabra del Dia

atormentada

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