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Actualizado: 29 de mayo de 2025
40 Felipe empero se halló en Azoto; y pasando, anunciaba el Evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea. 1 Y Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al príncipe de los sacerdotes, 2 y demandó de él letras para Damasco a las sinagogas, para que si hallase algunos hombres o mujeres de este camino, los trajese presos a Jerusalén.
23 Entonces metiéndolos dentro, los hospedó. Y al día siguiente, levantándose, se fue con ellos; y le acompañaron algunos de los hermanos de Jope. 24 Y al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo llamado a sus parientes y los amigos más familiares. 25 Y cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle; y derribándose a sus pies, adoró.
En estas estrecheces convinieron despachar un navío á Nueva España que diese noticia de lo hasta allí operado, solicitando órdenes y socorros; también despacharon una galeota á unas islas que son las que se llaman Filipinas; después, y con este nombre, las marcaron los de esta armada en honor del príncipe heredero de la Corona»..... Quiso Dios que la embarcación que fuese á las Filipinas volviese con copia de víveres: habilitados así, resolvieron ir á aquellas islas, especialmente á la de Abuyo, de que tuvieron noticia que era la más abundante; que los naturales lo deseaban y serían bien recibidos en ella: acomodáronse en un navío grande: en dos bergantines que habían construído y en otras embarcaciones menores; salió esta escuadra á la mar, el tiempo les fué tan contrario que les fué preciso entrar en una bahía ensenada de Cesárea; despachóse embarcación que solicitase víveres: volvió con el mal despacho de que al tiempo de los rescates les habían asaltado los indios y les habían muerto 11 hombres, quedando los restantes muy flacos y fatigados: la escasez era ya tal que sólo se racionaban cuatro onzas de arroz, y esta estrecha economía sólo diez días podía entretenerse».
43 Y aconteció que se quedó muchos días en Jope en casa de un cierto Simón, curtidor. 1 Y había un varón en Cesarea llamado Cornelio, centurión de la compañía que se llamaba la Italiana, 2 pío y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre.
31 Y los soldados, tomando a Pablo como les era mandado, le llevaron de noche a Antípatris. 32 Y al día siguiente, dejando a los de a caballo que fuesen con él, se volvieron a la fortaleza. 33 Y como llegaron a Cesarea, y dieron la carta al gobernador presentaron también a Pablo delante de él. 34 Y el gobernador, leída la carta, preguntó de qué provincia era; y entendiendo que de Cilicia,
La que contaba estas tristezas llamábase Basilisa; tenía a su padre baldadito, de andar en el río cogiendo anguilas, con el agua hasta los corvejones; a su hermana Cesárea bizmada, de los golpes que le dio su querido, un silbante, un golfo, un rata, «a quien tiene usted toda la noche jugando al mus en cas del Comadreja, Mediodía Chica. ¿Conoce la señora ese establecimiento?
Y el último de los Paleólogos, combatiendo y muriendo gloriosamente en defensa de Constantinopla, fue digno de la majestad cesárea; puso término glorioso al secular poder de griegos y de romanos, y merece no menor aplauso que Leónidas y más piadosa simpatía.
El viejo reumático parecía loco; en la desesperación que le causaban sus dolores, vociferaba, blasfemando, y Cesárea, de la inanición que la consumía, estaba como idiota, y no hacía más que dar azotes en las nalgas a un chico mocoso, lloricón, y que ponía los ojos en blanco de la fuerza de sus berridos y contorsiones.
5 Los que de vosotros puedan, dijo, desciendan juntamente; y si hay algo en este varón, acúsenle. 6 Y deteniéndose entre ellos no más de diez días, venido a Cesarea, el siguiente día se sentó en el tribunal, y mandó que Pablo fuese traído. 7 El cual venido, le rodearon los judíos que habían venido de Jerusalén, poniendo contra Pablo muchas y graves acusaciones, las cuales no podían probar;
13 Y pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice vinieron a Cesarea a saludar a Festo. 15 sobre el cual, cuando fui a Jerusalén, vinieron a mí los príncipes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo venganza contra él; 18 y estando presentes sus acusadores, ningún cargo produjeron de los que yo sospechaba;
Palabra del Dia
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