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Actualizado: 15 de julio de 2025
Desvelado, en las altas horas de la noche, se levantó de su mezquino lecho, se vistió precipitadamente el sayal, encendió con eslabón, yesca y pajuela, una lamparilla de hierro, salió de su celda, atravesó los claustros desiertos y sombríos, se dirigió a la puerta de la celda del Padre Ambrosio, y llamó golpeando en ella.
Francisco Martínez Montiño saludó profundamente al inquisidor general, salió de la celda, y se alejó aturdido, con el pensamiento embrollado y en paso vacilante como el de un ebrio. En tanto el padre Aliaga había quedado inmóvil, pálido, sombrío, con los brazos fuertemente apoyados en la mesa.
Para que los albañiles no descubrieran la entrada, cerró primero, con sus propias manos, el agujero. Por espacio de varios meses, durante la lucha entre el Gobierno italiano y la Santa Sede, abandonó su vestidura purpúrea y llevó una vida de ermitaño en esta celda, pero no tuvo otro objeto al hacer esto que cuidar el enorme tesoro tan hábilmente asegurado.
No llores le dijo . Dios hará que parezca don Paco, y ni él será fraile ni tú serás monja, como no entréis en el mismo convento y celda. En suma, Juana, llorando ella también, a pesar suyo, hizo prodigiosos esfuerzos para calmar a su hija, levantarla del suelo y llevarla a que se acostase en su cama.
Luego se escondió precipitadamente y sin ruido en la alcoba del padre Aliaga. Abrióse la puerta y asomó el hermano Pedro. Nuestro padre dijo ; tras mí viene el señor Alonso del Camino. ¡A qué hora! murmuró para sí el padre Aliaga. Y fué á la puerta con la visible intención de salir de la celda, pero Alonso del Camino no le dió tiempo. Se entró de rondón en la celda.
En esotra celda, sobre un cofre lleno de doblones, cerrado con tres llaves, está sentado un rico avariento, que sin tener hijo ni pariente que le herede, se da muy mala vida, siendo esclavos de su dinero y no comiendo más que un pastel de a cuatro, ni cenando más que una ensalada de pepinos, y le sirve de cepo su misma riqueza.
Indigno de vos. ¿Cómo podéis hablar de venganza y muerte, vos, tan joven y cándida, en cuyos labios sólo deberían oirse palabras de bondad y perdón? ¡Mundo cruel, que á cada paso me hace recordar el retiro y la paz de mi celda! Cuando así habláis me parecéis un ángel del Señor aconsejando seguir al espíritu del mal.
Yo corto aquí esta novela-proteo, que sería infinita; como son infinitos todos los sentimientos que se fermentan en almas solitarias, ora entre las cuatro paredes de una celda, ora dentro de los ruinosos muros de estas ciudades que pudiéramos denominar cementerios de vivos.
Habitaba el capellán en casa de los Algalias un cuarto, casi una celda, de humilde aspecto, que los señores quisieron inútilmente amueblarle con mayor regalo.
Pero pronto despertó con estremecimiento, y creyó oír una voz que decía: ¡Alabado seas, Señor, por nuestra hermana la luna y las estrellas, que en el cielo has formado claras, bellas y preciosas! El fraile se levantó de su duro lecho y se puso en oración, hasta que, a través de la ventanilla de su pobre celda, vió palidecer la luna y las estrellas.
Palabra del Dia
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