Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 20 de junio de 2025


Sus ojos de admirables proporciones, eran la misma serenidad unida a la gracia, a la armonía, con un mirar tan distinto de la frialdad como del extremado relampagueo de los ojos andaluces. Sus cejas eran delicada hechura del más fino pincel y trazaban un arco sutil y delicioso.

Al día siguiente, Atilio, antes de marcharse al Casino, llamó aparte á don Marcos. Tal vez tuviese pronto un lance de honor: ¿podía contar con él para que le apadrinase? El coronel se irguió, frunciendo las cejas con un gesto grave. Llevaba varios años sin cumplir esta solemne función, para la cual parecía haber nacido.

¡, María Clara! repitió Simoun y por primera vez su acento tomaba notas tristes y humanas; la quiero salvar, por salvarla he querido vivir, he vuelto... ¡hago la revolucion porque solo una revolucion podrá abrirme las puertas de los conventos! ¡Ay! dijo Basilio, juntando las manos; llega usted tarde, ¡demasiado tarde! Y ¿por qué? preguntó Simoun frunciendo las cejas. ¡María Clara se ha muerto!

Grandes, anchos, con largas cejas que no dejaban nunca aparecer un punto brillante, velados de un azul sombrío que les prestaba el indefinible color de las noches del estío, aquellos ojos enigmáticos se delataban sin luz y todos los resplandores de la vida se concentraban en ellos para no brillar más.

Después Navarro se acercó a la chimenea, cual si fuera a arrojarse dentro de ella, y como Salvador le amonestara por aquel singular gusto de achicharrarse, Navarro se retiró, miró a su hermano sin el acostumbrado fruncimiento de cejas, y le dijo estas blandas palabras: Acabarás por manejarme como a un chiquillo. ¿Qué más quieres?

Es una especie de filósofo silencioso como los solitarios, que oculta su desconfianza de labriego bajo unas cejas espesas como matorrales.

Formábase mi pecho; pero ¡qué pecho! blanco, duro, de la forma del de la ve nus de Medicis; ¡y qué ojos! ¡qué pestañas! ¡qué negras cejas! ¡qué llamas salian de las niñas de mis ojos, que eclipsaban el resplandor de los astros, segun decian los poetas de mi barrio!

Visto lo cual Sancho, y que sin más ni más se iba, y viendo también la paciencia del demandante, inclinó la cabeza sobre el pecho, y, poniéndose el índice de la mano derecha sobre las cejas y las narices, estuvo como pensativo un pequeño espacio, y luego alzó la cabeza y mandó que le llamasen al viejo del báculo, que ya se había ido.

Don Saturno estiró las cejas y dio señales de querer besar el suelo; después miró a Obdulia con mirada seria, penetrante, como con una sonda, como diciéndole: Ya lo oyes; soy yo, el primer anticuario de Vetusta, según la opinión del mejor teólogo, quien se declara esclavo tuyo.

Para entonces, los diez años corridos desde que le conocimos en la La leva, ya sesentón habían hecho honda mella en su persona. Estaba más encorvado, más flaco, algo trémulo, y con la greña, las patillas y las cejas enteramente blancas, muy ásperas y muy largas.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando