Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 20 de junio de 2025


Nada de eso; no exagero exclamó Francisca. Quiero casarme y me casaré añadió con un fruncimiento de cejas que envejeció de un modo extraño su cara, de ordinario tan animada. ¿Y , Paulina? pregunté para evitar otra declaración de principios de Francisca. Yo dijo Paulina ligeramente sorprendida por la pregunta, haré lo que quiera mamá. ¡Dios mío! qué paloma... murmuró Francisca con despecho.

La madre enarcó las cejas, y con mucha humildad, dijo: La niña es formalita, y a lo que yo pueda colegir, así lo espero... Pero siempre será mejor que el padre espiritual informe a usted de todo esto. ¿Y quién es? El padre Cifuentes. ¿El padre Cifuentes?... ¿De veras?... ¡Cuánto me alegro!... Si es un santo, un hombre de tanto saber y prudencia... ¡Ya lo creo!... Consúltelo usted y verá...

La muchacha dió a beber al viejo un poco de café, y yo pude contemplar al padre y a la hija. Era él un hombre escuálido, de unos sesenta años; la barba, blanca, recortada y en punta; los ojos, pequeños, grises y vivos, debajo de unas cejas largas y amarillentas; la nariz, aguileña.

Vaya usted con Dios exclamó con un fruncimiento de cejas que prestaba a su semblante una expresión singular. ¡Vaya con Dios y que

Aquel hermoso ejemplar de belleza varonil, grande, musculoso, bronceado, con unos ojos imperiosos, endurecidos por pobladas cejas, había sido creado para la acción, para la actividad; era incapaz de enfocar su inteligencia en el estudio.

Recuerdo que en la madrugada de un día de otoño frío y lluvioso, salí de mi pueblo para Madrid. Despedime de mi madre, y turbado y conmovido como nunca lo había estado, bajé a escape la escalera en compañía de mi padre. Ambos marchábamos embozados hasta las cejas, no si por miedo al frío o por no vernos las caras.

En esto, viendo que se atascaba en el exordio, me digné dar una media vuelta hacia el orador para alentarle. Frunció las cejas y exclamó con ansia: Tengo ganas de levantarme la tapa de los sesos. ¡Muy buena idea! repúsele yo con tono seco, iré a vuestro entierro. Esta repuesta le causó tanta sorpresa, que dejó caer los brazos y me miró con fijeza.

Aquellas abejas o avispas del diablo, volaban en torno de la luna, y algunas llenaban su rostro, el cual era, visto de perfil, el del mismísimo Satanás, que tenía las cejas en ángulo y echaba fuego de ojos y boca.

Todos los chiquillos de su escuela, que le aborrecían de corazón, se agolpaban en calles, plazas y balcones, a ver pasar al señor maestro, con su cruz de cartón al hombro y su corona de espinas al natural, que le pinchaban efectivamente, como se conocía por el movimiento de las cejas y la expresión dolorosa de las arrugas de la frente.

¿Qué hay? repitió el Magistral, sonriendo por máquina al notario. Peláez señaló a su compañero, que era un buen mozo, moreno, de cejas muy pobladas, ceño adusto, ojos de color de avellana que echaban fuego, boca grande, orejas puntiagudas, cuello muy robusto y abultada nuez.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando