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Solidaridad maravillosa. La América del Sur con sus imponentes selvas, por medio de su respiración condensada en nubes, empapa fraternalmente las flores y los frutos de Europa. El aire que nos renueva es el tributo que un centenar de islas del Asia, que la poderosa flora de Java ó de Ceilán exhaló y confió al gran mensajero de las nubes que da vueltas con la tierra y le vierte la vida.

Las luces ya estaban apagadas; mas la luna, que se erguía al nivel del agua, redonda y blanca, hería los cristales del camarote con un rayo de claridad, y entonces, medio oculta y pálida, rígida sobre la hamaca la figura panzuda del Mandarín, vestido de seda amarilla con su papagayo entre las manos. ¡Era él otra vez! Y fué él perpetuamente. Fué él en Singapore y en Ceilán.

Tantos y tantos animales que vivían tranquilamente, se humanizaban y bosquejaban las artes; hoy día azorados, embrutecidos, hanse convertido en bestias. Los monos, reyes de Ceilán, cuya discreción tanta celebridad adquiriera en la India, son ahora unos salvajes horrorosos, ni más ni menos; el brahma de la Creación, el elefante, perseguido, esclavizado, queda reducido á una bestia de carga.

No tiene el pelo cerdoso, como el de los puercos, sino corto y lanudo, de un gris rojizo, y tiene la boca armada de dos largos colmillos que se encorvan hacia arriba, en dirección de los ojos del animal. Viven los babirussas en las selvas de las islas de Malasia, en Ceilán y en Nueva Guinea, y se dejan domesticar si son de poca edad.

En la iglesia del Carmen se venera una imagen de la Virgen de los Dolores, de quien era el Rey muy devoto y a quien iba a presentar rica ofrenda y a dar fervorosas gracias por los recientes triunfos que las armas portuguesas habían alcanzado en Ceilán y en otras islas más remotas.

Para capital de los nuevos dominios portugueses había tomado dos veces por asalto a Goa, en el vecino reino de Villapor, realizando increíbles hazañas y cometiendo inauditas crueldades. Había visitado a Ceilán, tierra encantada de las piedras preciosas, delicia del mundo, patria de la canela y de las perlas.

Para esto, para otros gastos de la expedición y para excitar también la codicia y el celo de Morsamor, Narada entregó a este no corta cantidad de rupias de oro y además, en un pequeño saco de cuero, diamantes de Golconda y perlas rubíes de Ceilán, por cualquiera de los cuales había en Goa joyeros que darían considerables sumas.

Aquella selva estaba tan llena de obstáculos, que no hubieran podido vencerlos ni aun arrastrándose como serpientes, y que iban a obligarles a dar inmensos rodeos. Hay muchísimas variedades de la planta de la pimienta el piper nigrum, el piper lungun, el magro piper y otras y crecen en la India, en Ceilán, en las Guayanas y en muchas de las Antillas; pero la Malasia es su verdadera patria.

Había alquilado un buque entero: «El Ceilán». Y a la mañana siguiente, por un mar azul-prusia, bajo el vuelo blanco de las gaviotas, cuando los primeros rayos del sol ruborizaban las torres de Nuestra Señora de la Guardia, puse proa hacia Oriente. «El Ceilán» tuvo un viaje monótono y lleno de calma hasta Shang-Hai.

Todas acudían allí para traer telas, alhajas, primores y otros objetos de arte producto de la industria europea, conque satisfacer el amor al fausto de los portugueses, y para llevar, en cambio clavo y pimienta, perfumes de Arabia, canela de Ceilán, sedas y porcelanas del Catay, marfil de Guinea, alfombras de Persia, chales y albornoces de Cachemira, perlas, diamantes y rubíes de las montañas y de los golfos de la India, bambúes y cañas y tejidos de algodón y de nipa de Bengala, monos, papagayos y otras aves de vistosas plumas, y mil exóticas curiosidades del extremo Oriente.