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Actualizado: 30 de abril de 2025


Quiero mucho á aquella dama me dijo ; quiero ir á casa de aquella dama... y yo resistí, porque aunque yo no era asustadizo, me asusté... me asusté porque vi á dónde me llevaría la necesidad de halagar á su alteza para no perder su favor... y me vi obligado á ceder... hizo el diablo que el príncipe viese otras dos veces en el mismo coliseo á doña Ana, y ya fué imposible resistir á su voluntad... me hubiera arrojado de , si me hubiese negado.

Yo quise ver el arco, como era natural, a pesar de la resistencia de Alejandro. ¡Vamos, vamos, llévame le decía. ¡Bonita cosa quiere ver! no pierda el tiempo en ver mamarrachos; vámonos. Pero tanto hice, que el mulato tuvo que ceder, y llegamos al arco que a me pareció colosal. Vamos, pues, niño; vamos.

A las nueve de la mañana la chalupa sólo distaba veinticinco millas de tierra; pero el viento, que hasta entonces se había mantenido fresco, comenzaba a ceder. El Capitán y Van-Horn se iban inquietando, porque si el viento faltaba no podrían regatear con las piraguas, que llevaban tripulaciones mucho más numerosas y acostumbradas a las maniobras del remo.

Deseando ella cortar la entrevista, fingió ceder, y dirigiéndose hacia el sitio donde el coche la esperaba, echó a andar diciendo: Bueno..., ahora déjame..., procuraré que nos veamos, cuando pueda ser..., pero mismo te persuadirás de que no debemos..., sería indigno de nosotros...; por piedad, déjame marchar, que es tarde.

No dejó por eso de mostrarme sino que extremó más que antes su cariño y su respeto hacia ; pero cada día ponderó más lo decidido y lo invencible de su vocación. En balde fueron mis razonamientos y mis súplicas para que Lucía desistiera. Al fin tuve que ceder y que consentir. Hace ya más de un año que Lucía tomó el velo y se encerró para siempre en el claustro.

No tuvo Santa Cruz más remedio que ceder a la exigencia de aquel maldito inglés, y tomando de sus manos la copa, decía a media voz: «Valiente curdela tienes ». Pero el inglés no entendía... Jacinta vio que aquello se iba poniendo malo. El inglés llamaba al orden, diciendo a los más jóvenes con su boquita cerrada que tuvieran fundamenta.

Era uno de la familia, casi podía considerarse como de la casa; y el hermano mostró empeño en enseñárselo todo minuciosamente, desbordándose en palabras, con la locuacidad del que pasa mucho tiempo condenado al silencio. Se detuvo en una puertecita inmediata al altar, inclinándose para ceder el paso á aquel señor tan simpático. Era una pequeña habitación, sin otro adorno que un retablo.

Pepita, después de rasguear primorosamente la guitarra tres o cuatro veces, se la pasó a Gloria, diciendo: Hija mía, basta de pichoneo... A ver si nos cantas alguna copliya salaíta de esas que sabes. Quiso resistirse, pero todos la instaron, afirmando que estábamos lejos ya del muelle, que nadie, más que nosotros, la oiría, y se vio precisada a ceder.

Tuvo, no obstante, que ceder a los ruegos de Juana y aguardó hasta el día siguiente, en el cual, dividiéndose el trabajo, según queda dicho, fabricaron entre ambas la carta, que, por su trascendencia e influjo en los ulteriores sucesos de esta sencilla y verdadera historia, hemos de consignar aquí.

El ceder es debilidad, el volver atras cobardia; el faltar al deber es manifestar miedo, es someterse á la afrenta. El hombre de intencion recta y corazon puro, pero pusilánime, mirará las cosas con ojos muy diferentes. «Hay un deber que cumplir, es verdad; pero trae consigo la muerte de quien lo cumpla, y la orfandad de la familia.

Palabra del Dia

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