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Cada uno de ellos era capaz de tomar el mando, y en momentos difíciles, obrando por cuenta propia, remediaba las faltas de su caudillo y obtenía la victoria. Su orgullo estaba acostumbrado al respeto y al miedo del capitán. Cuando éste no podía ahorcarlo, lo halagaba cortesanamente.

Y otro presidente le recibía en audiencia, ostentando un apellido de vieja cepa, y era idéntico a los demás en su porte caballeresco y sus hazañas de caudillo voluntarioso y corajudo.

Una esperanza indeterminada pero firme emergía sobre sus vacilaciones: el generalísimo era el único que poseía el secreto de los sucesos. Y Desnoyers aprobó, con el entusiasmo ciego que le inspiraban las personas cuando depositaba en ellas su confianza. ¡Joffre!... El caudillo serio y tranquilo lo arreglaría todo finalmente.

Colon es tan sábio como poeta, tan poeta como marinero, tan marinero como inventor, tan inventor como soldado, tan soldado como caudillo; en una palabra, servia tanto para menestral como para príncipe, ó para príncipe como para menestral.

De aquí nacen los desaciertos de aquel caudillo y los desastres que se siguieron a la batalla de Caaguazú, estéril no sólo para la República en general, sino para la provincia misma de Corrientes; pues centralizado el resto de la nación por Rosas, mal podría ella conservar su independencia feudal y federal.

Aquí un caudillo que no quería nada con el resto de la República; allí un pueblo que nada más pedía que salir de su aislamiento; allá un Gobierno que transportaba la Europa a la América; acullá otro que odiaba hasta el nombre de civilización; en unas partes se rehabilitaba el Santo Tribunal de la Inquisición; en otras se declaraba la libertad de las conciencias como el primero de los derechos del hombre; unos gritaban federación, otros gobierno central.

Á través de los siglos véola al frente de las otras naciones, pueblo rey entre todos los pueblos, grande en la guerra pero más grande aún en la paz, progresiva y feliz, sin más monarca que la voluntad de sus hijos, una desde Calais hasta los azules mares del sur. ¿Oíslo, señor de Morel? exclamó triunfante el caudillo francés. Pero ¿qué de Inglaterra? preguntó tristemente el barón.

El año 41, el Chacho, caudillo de los llanos, emigró a Chile.« ¿Cómo le va, amigo? le preguntaba uno. ¡Cómo me ha de ir! contestó con el acento del dolor y de la melancolía , en Chile y a pieSólo un gaucho argentino sabe apreciar todas las desgracias y todas las angustias que estas dos frases expresan. Aquí vuelve a aparecer la vida árabe, tártara.

Doña Cristina recordaba los incidentes de la lucha ruidosa, en la que fué victorioso caudillo el Padre Paulí.

El general Rondeau puso sitio a Montevideo con un ejército disciplinado. Concurría al sitio Artigas, caudillo célebre, con algunos millares de gauchos.