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Actualizado: 10 de junio de 2025


A ver si hacía allá una vida más seria y remediaba sus locuras. El marido aprobaba la cordura conyugal con afirmaciones optimistas. Tenía la certeza de que Fernando iba a triunfar: su tío le aguardaba allá, y era hombre que podía ayudarle mucho.

Hubo otra calidad de importancia para fundar allí el fuerte, que fué que por razón de los secaños no se podía poner armada sobre él, porque habiendo de echar la gente en tierra seis millas de donde había de quedar, era entregalla á la de S. M. si viniera á salvamento, como se esperó, aunque por otro cabo parescía inconviniente para avituallarlo con una nave, lo cual se remediaba proveyéndole con carabelas armadas ó otros bajeles pequeños y de poco fondo.

Porque no siempre ocurria implorar proteccion de la autoridad y de la fuerza contra los escesos y desmanes: esto era á veces lo mas sencillo: padecian, por ejemplo, la Iglesia y el estado eclesiástico vejaciones y gravámenes de los ministros reales y hombres poderosos, porque tomaban violentamente las rentas de los obispados vacantes y quitaban á los cabildos la libertad en las elecciones de obispos y beneficiados, imponian tal vez pechos y nuevas cargas á los prelados, cabildos, abades y clero, contra la inmunidad que debian gozar por reales privilegios: y todo se remediaba quejándose al rey y pidiéndole la correccion de los escesos cometidos . Pero ¿cómo corregir la aspereza de las costumbres? ¿cómo refrenar los fogosos arranques del puntilloso honor ofendido, en los mismos individuos del estado eclesiástico, que, avezados á esgrimir el acero en el campo de batalla, hacian como el Cid campaña la Iglesia al mas ligero viso de desprecio ó de insulto?

Cada uno de ellos era capaz de tomar el mando, y en momentos difíciles, obrando por cuenta propia, remediaba las faltas de su caudillo y obtenía la victoria. Su orgullo estaba acostumbrado al respeto y al miedo del capitán. Cuando éste no podía ahorcarlo, lo halagaba cortesanamente.

Ni merienda ni sueño había para las Casas: sentía en sus carnes mismas los dientes de los molosos que los encomenderos tenían sin comer, para que con el apetito les buscasen mejor a los indios cimarrones: le parecía que era su mano la que chorreaba sangre, cuando sabía que, porque no pudo con la pala, le habían cortado a un indio la mano: creía que él era el culpable de toda la crueldad, porque no la remediaba; sintió como que se iluminaba y crecía, y como que eran sus hijos todos los indios americanos.

Así fué caminando, hasta que encontró un brazo de mar que se internaba un poco, en donde habia porcion de lobos marinos, con lo que él y sus perros saciaron su hambre y sed, y de ahí fué siguiendo, con la pension de faltarle el agua, porque toda la que hallaba era salada, aunque estaba en lagunas algo distante del mar: y siguiendo varios dias sin comer porque nada se encontraba, uno de los dos perros corrió una bandada de avestruces, y se alejó tanto que se perdió, cuya falta le sirvió de congoja, pues le contemplaba como compañero, y que por él remediaba algunas veces sus necesidades.

Palabra del Dia

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