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Pues, hija arguyó Belén con aquel sonsonete que había aprendido y que tan bien se acomodaba a su figura angelical y a sus moditos insinuantes , ten entendido que aunque tus crímenes fueran tantos como las arenas de la mar, Dios te los perdonará si te arrepientes de ellos. Oír esto Mauricia y dar un gran berrido y soltar otra catarata de lágrimas fue todo uno.

Ante esos movimientos inconcebibles que arrastran por los desiertos infinitos a millares y millares de soles; ante esa colosal catarata, esa lluvia de estrellas que rueda sin cesar por los abismos del espacio; ante esas órbitas inconmensurables; ante esas distancias y velocidades donde la imaginación se pierde, descritas con la firmeza de un sabio y el fuego de un poeta por el barón de Humboldt, el joven presbítero se sintió acometido de un vértigo.

He dicho que las aguas, al precipitarse, proyectan una curva que se quiebra en el plano horizontal, unido y espeso, especie de cortina que cubre eternamente el corte vertical de la roca. Uno de los aspectos recomendados es al pie de la catarata, en el abismo de fragor y tinieblas que existe entre la base de la roca y la columna de agua que cae rugiendo.

Las comunicaciones en Suiza. De Zuric á Schaffhousen. La catarata del Rin. La ciudad y el canton de Schaffhousen. Navegacion del alto Rin. La ciudad de Constanza. Los lagos internacionales.

Del mismo modo, un indio y su mujer, remando en su piragua, á corta distancia de la catarata del Niágara, fueron cogidos en un violento remolino y arrastrados hacia la caída.

Preferiría mil veces el aspecto grandioso y soberbio de la cascada, desenvolviendo su fuerza salvaje bajo los cielos. Pero es necesario verlo todo, y así, sin entusiasmo, sin convicción, tomé el ferrocarril hidráulico que conduce al pie de la catarata, del lado de la Unión.

Volviendo á caer con estrépito, flotaba lentamente hasta la extremidad del charco y chocaba contra una orilla, haciéndolo retroceder á la catarata. Símbolo de los desgraciados á quienes persigue el destino inexorable, daba vueltas y más vueltas con la incesante desesperación de una fiera salvaje encerrada en una jaula de hierro.

Bien utilizada, una catarata como la del Niágara animaría las máquinas suficientes para realizar todo el trabajo de una nación.

Volvimos á ganar á través del enmarañado soto, el sendero trazado en el bosque y descendimos hacia el río. Antes de marcharme dijo la joven quiero mostrarle la catarata, tanto más, cuanto que á mi turno pienso proporcionarme una pequeña diversión. ¡Ven, Mervyn! ¡Ven, noble perro mío! ¡Qué bello eres, eh! Muy luego nos hallamos en el ribazo frente á los arrecifes, que bordean el lecho del río.

Ahora contemplaba una catarata luminosa y espumeante rodando en el fondo de su ensueño, y podía al fin caminar, aproximarse a ella, viéndola a cada paso más grande, sintiendo en su rostro la fresca caricia de la humedad. En medio del estrépito de esta caída líquida llegaban a su oído apagadas voces humanas.