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Actualizado: 17 de julio de 2025
Adivino en sus ojos lo que piensan: «el automóvil del general». Desean saber qué general es el de mi historia y por qué su automóvil me cierra el camino para volver á Méjico. A ello vamos, amigos míos. De todos los personajes que conocí en el período de la guerra, el que demostró mayor interés por mi persona y me protegió más eficazmente fué el general Castillejo.
Y si se atrevían á insultar á alguien con su pensamiento, era al extranjero, al miserable gachupín Maltrana, sentado en el sitio de honor. Castillejo prefería siempre la parte delantera.
Ahora, amigos míos, sí que van á conocer ustedes de veras el automóvil del general. Ya entra en escena. ¡Atención! Lo había traído Castillejo de los Estados Unidos para las necesidades de la campaña electoral.
Me doy por satisfecho con el diez por ciento. ¿Que adquieren por un millón?... Cien mil dólares para mí. ¿Que compran por valor de dos?... Pues doscientos mil. Con eso me retiro á España y dejo de escribir, aunque lloren de pena las nueve Musas. Castillejo juzgaba mediocres mis pretensiones. Ahora trabajaba por hacer presidente á un amigo. Luego le tocaría á él.
Los consejeros de Castillejo seguían, mientras tanto, insinuándole su remedio dulcemente. ¡Si usted quisiera, mi general!... Una palabrita nada más, diga una palabrita, y no volverá á estorbarle ese mozo. Pero Castillejo protestaba con una bondad que metía miedo. La alarma de su recta conciencia era para espeluznar á cualquiera.
Aparato escénico en la primera mitad del siglo XVI. Dramas religiosos de esta época. Traducciones é imitaciones de tragedias y comedias antiguas. 303 CAPÍTULO VII. Tragedias de Vasco Díaz Tanco. Comedias de Jaime de Huete, Agustín de Ortiz, Juan Pastor y Cristóbal de Castillejo. Lope de Rueda. Disposición externa del teatro á mediados del siglo XVI. Alonso de la Vega.
¡Qué disparate! protestaba el general . Los candidatos militares atribuirían al gobierno la muerte de Taboada; la gente que ahora se ríe de él lo veneraría como un mártir. No; dejemos de pensar en ese hombre. Y yo adivinaba que seguía pensando en él, con su gesto reconcentrado é inquietante que hacía decir á las gentes: «Castillejo, muy malo como enemigo.»
Pero como estos libros iban firmados por sus respectivos héroes, y cada uno callaba mi nombre, Castillejo apreció su historia como la mejor de todas, paladeando las hermosuras de mi estilo lo mismo que si le perteneciesen. Andaba muy ocupado en la elección del nuevo presidente.
Esta invitación no la hacía á todos los visitantes: pero con él era distinto; él había ido á Roma en peregrinación y había visto el cuerpo de San Ignacio. Pasaron del castillejo al monasterio por una galería cubierta, en la que trabajaban varios obreros con pantalones y blusas del mismo azul celeste que el manto de la Virgen.
Quiera mi buena suerte que al regreso lo recorra tan bien provisto de botín como la última vez que por él pasé. ¿Véis á lo lejos aquel pueblecillo con el castillejo feudal? Pues es Cadillac, nombre y lugar que tengo en la memoria gracias á la taberna que estas gentes llaman del Mouton d'Or y que yo llamaría del buen vino, que probaremos muy pronto.
Palabra del Dia
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