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Actualizado: 6 de julio de 2025


Gener retrata, declaro que no llego a advertir en ellos la estupenda magnitud y la superioridad descomunal que me induzcan a presentir, a columbrar y hasta a profetizar el próximo advenimiento de una raza o casta de hombres muy por encima de los que en el día visten y calzan y andan por esas plazas, calles y campos.

En tal caso, ¿qué persona sería esta? En todo rigor de lógica no puede ser doña Casta, porque la señora de Samaniego no gusta de tales papeles. En todo rigor de lógica tiene que ser Torquemada. Pero Torquemada, anteayer, entró en el gabinete de mi tía, y yo, desde el pasillo, le preguntarle claramente si había sabido de la señorita... Luego, Torquemada no es.

La casta de los vencidos vigorosos se reproduce de un modo alarmante, como todo lo que pertenece á un género inferior. Pero no crea que nos infunde miedo. Nuestra ciencia ha encontrado el medio de extirpar á estos hombres la memoria y la ambición. Los hijos resultan más estúpidos y más forzudos que los padres.

Vivía en el mundo ideal de sus lecturas, rozándose con mujeres elegantes, perfumadas, espirituales, de cierto arte en el refinamiento de sus vicios. Las hortelanas tostadas por el sol que enloquecían a su padre como brutal afrodisíaco, causábanle la misma repugnancia que si fuesen mujeres de otra raza; seres de una casta inferior.

Y es la segunda razón, la de que tengo amigos guipuzcoanos, que habrán de alegrarse mucho, si se prueba bien que su lengua y su casta fueron el instrumento de que se valió la Providencia para acabar con la barbarie, iluminar el mundo y adoctrinar a las demás naciones.

Natural era que Urbási, bajo el influjo de las creencias religiosas, propias de su nación y de su casta, se diese a entender que había transmigrado su alma, que en otras vidas había amado a Morsamor, y que más tarde había renacido para volver a amarle.

Fue casta mientras pudo hablarle; atrevida al dejar de verle; sus primeros besos por escrito, y a solas los primeros sonrojos. Enrique tardó poco en adquirir la certidumbre de que aquella mujer era de las que no desconfían cuando aman.

¿Y el ejército? preguntó el gigante . Habla usted, profesor, de que ya no hay guerras ni puede haberlas, de que terminó la casta militar al perder los hombres el disfrute del gobierno, y desde que llegué aquí he visto por todas partes á esas muchachas de casco con aletas y espada al cinto, así como á las otras que tripulan las máquinas voladoras.

Entró en la cocina Tona, algo tocada también de la murria inverniza, a trajinar en el fogón donde hablábamos mi tío y yo al calorcillo de la lumbre, y ya no pude preguntarle lo que tenía a la punta de la lengua, como exploración siquiera alrededor de la casta de aquel nuevo «punto» que me había puesto en gran curiosidad.

Nosotros solía decir Teodoro aunque descendemos de las yerbas del campo, que es el más bajo linaje que se conoce, nos hemos hecho árboles corpulentos.... ¡Viva el trabajo y la iniciativa del hombre!... Yo creo que los Golfines, aunque aparentemente venimos de maragatos, tenemos sangre inglesa en nuestras venas.... Hasta nuestro apellido parece que es de pura casta sajona.

Palabra del Dia

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