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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Tal fue el golpe primero, y tal el segundo, que le fue forzoso al pobre caballero dar consigo del caballo abajo. Llegáronse a él los pastores y creyeron que le habían muerto; y así, con mucha priesa, recogieron su ganado, y cargaron de las reses muertas, que pasaban de siete, y, sin averiguar otra cosa, se fueron.
Los hornillos que construímos el año pasado. ¡Al trabajo, muchachos! La otra chalupa va a llegar. Los chinos cargaron de combustible las hornillas, les prendieron fuego y después colocaron encima las dos calderas, llenándolas de agua de mar. La segunda chalupa, tripulada por los pescadores, llegó en aquel momento.
Más adelante se descubrieron 22 galeras que traía el Comendador Guimarán para hacer ir á las naves y pasar á Mesina por dineros. Llegadas estas galeras á Zaragoza, hicieron lo que solían en las posesiones della. Cargaron de leña para Mesina, y lo mesmo hicieron á la vuelta para Malta.
Cuando llegaron estas ocho á la Roqueta, echando gente á tierra para la aguada sin el orden debido, por competencia sobre quién había de hacer cabeza, los turcos, que vieron el desorden y las proas de las galeras á la mar, descuido inconcebible, por vengar los muertos de la escaramuza anterior, cargaron con furia, matando 150 españoles, comprendidos los Capitanes Alonso de Guzmán, Antonio Mercado, Adrián García, Pedro Venegas y Pedro Bermúdez .
Llenóse la casa de vecinos y amigos, que en tales trances suelen acudir compadecidos y serviciales. Por fin tuvo término el patatús de Torquemada, y caído en profundo sopor que á la misma muerte, por lo quieto, se asemejaba, le cargaron entre cuatro y le arrojaron en su lecho.
Todos cargaron sobre él; pero las espadas de sus dos contrarios, ya amigables custodios, le libertaron de todo insulto. Levantaos le dijo don Lope. No hará tal replicó el alcalde sino para entregarse a merced de la justicia, tanto y más cuanto que corren voces de venir don Fernando Muley de las costas de Berbería.
Tan altos eran los gritos de don Quijote, que los oyeron y entendieron los de la carreta; y, juzgando por las palabras la intención del que las decía, en un instante saltó la Muerte de la carreta, y tras ella, el Emperador, el Diablo carretero y el Ángel, sin quedarse la Reina ni el dios Cupido; y todos se cargaron de piedras y se pusieron en ala, esperando recebir a don Quijote en las puntas de sus guijarros.
Creció la confusión, creció la grita, y por acudir Andrés al desmayo de Preciosa, dejó de acudir a su defensa; finalmente, tantos cargaron sobre Andrés, que le prendieron y le aherrojaron con dos muy gruesas cadenas. Bien quisiera el Alcalde ahorcarle luego, si estuviera en su mano; pero hubo de remitirle a Murcia, por ser de su jurisdición.
BALBINA. El niño chiquitín. EVARISTA. ¡Pero, hija...! PANTOJA. ¡Niña, niña! BALBINA. Estaba en su casa dormidito. Entraron de puntillas la señorita y esa loca de Patros... cargaron con él, y acá nos le han traído. EVARISTA. Es absurdo. Además, poco decente. Tía, ¡le quiero tanto...! ¡y él a mí! MARQU
9 y esto hecho, también otros que en la isla tenían enfermedades, llegaban, y eran sanados; 10 los cuales también nos honraron con muchos obsequios; y cuando partimos, nos cargaron de las cosas necesarias. 11 Así que, pasados tres meses, navegamos en una nave alejandrina que había invernado en la isla, la cual tenía por enseña a Cástor y Pólux. 12 Y llegados a Siracusa, estuvimos allí tres días.
Palabra del Dia
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