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Actualizado: 26 de julio de 2025
Cierto; él solo atropella la masa de infantería; voltéanle el caballo, se endereza, vuelve a cargar su amo; mata, hiere, acuchilla todo lo que está a su alcance, hasta que caen caballo y caballero traspasados de balas y bayonetazos, con lo cual la victoria se decide por la infantería.
Así nuestros adversarios no habrian ganado nada sino el cargar con la ridícula extravagancia del concurso de agentes, para venir á parar á una substancia simple pensante, que es lo único cuya existencia nos proponíamos demostrar.
El designio de esta Obra es mostrar primero la insuficiencia, liviandad, y poca subsistencia de la Filosofía Aristotélica de las Escuelas, despues cargar contra Aristóteles, contra sus Escritos, y contra su doctrina.
No había más remedio que cargar con todo aquel exceso de género, lo que realmente era una contrariedad comercial en tiempos en que parecía iniciarse la generalización de los abrigos confeccionados, notándose además en la clase popular tendencias a vestirse como la clase media.
Las avenidas de este rio son tan rápidas y repentinas, que, aunque se oigan á mucha distancia el golpeo y ruido que hacen entre bocas y peñas, apenas da lugar á las mugeres para bajar sus tiendas, y cargar su bagaje, ni á los indios para asegurarse y pasar sus ganados á las montañas.
Las niñitas deben querer mucho, mucho a los papás cuando se les muere la madre. Esa noche que hablaron de las estrellas trajo el papá de Nené un libro muy grande: ¡oh, cómo pesaba el libro!: Nené lo quiso cargar, y se cayó con el libro encima: no se le veía más que la cabecita rubia de un lado, y los zapaticos negros de otro.
A pesar de ello, los dos mozones volvían a cargar sus escopetas. ¿Para qué, Señor? ¿Era posible que quedaran en toda la cordillera ni en todo el mundo sublunar, más osos que los que allí yacían a nuestros pies, entre chicos y grandes, vivos y muertos?
Antes de la misa se llevó en solemne procesión al santo alrededor de la iglesia, teniendo mi tío el honor, en compañía del alcalde y dos regidores, de cargar con las andas.
»A cada instante volvíamos la cabeza para preguntar al jardinero: » ¿Puedo cortar ésta? » Sí. » ¿Y ésta? » También. » ¿Y esta otra? » También; y lo mismo las demás. »Estábamos trastornados de alegría. En poco rato reunimos no dos ramos, sino dos gavillas de flores. » ¿Y quién va a cargar con todo eso? me dijo el jardinero. » Nosotros. Vea usted replicamos levantando en alto cada uno su ramo.
La falúa se inclinó blandamente sobre un costado al recibir el peso de su amo, como si le hiciese una reverencia cariñosa. Las niñas todas, incluyendo por supuesto a las señoritas de Delgado, fueron saltando después, apoyadas en la atlética mano de don Mariano; los caballeros las siguieron. Una vez llena la primera falúa, pasose a cargar la segunda, que a su vez no tardó también en llenarse.
Palabra del Dia
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