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Actualizado: 15 de julio de 2025


Entonces salió de la espesura un viejo, algo encorvado por la edad, que parecía llegar a cien años, y con airado acento censuró la cruel conducta de Tomás Cardoso y hasta le amenazó con un castigo. Con burla y desprecio respondió el portugués al pobre anciano y dirigió sobre él el caballo para asustarle.

D. Juan Almagro de La Torre, Oidor honorario de la Real Audiencia de Charcas, y Asesor General de este Vireinato; el Sr. D. Manuel Genaro Villota, Fiscal de lo Civil y Real Hacienda, y honorario del Supremo Consejo de Indias; el Sr. D. Juan Ramos, Teniente Coronel urbano; el Sr. D. Miguel Ezquiaga, idem; el Sr. D. Felipe Cardoso, idem; el Sr. D. Francisco Paso, de este vecindario; el Sr.

Tomás Cardoso replicó a Morsamor no con razones sino con quejas. La conversación se fue agriando y se trocó en disputa. Los dos interlocutores estaban solos. Cardoso había echado a rodar todo respeto. Tenía muy poca fe en la elocuencia de sus razonamientos y sobrada fe en la energía de sus puños.

Tomás Cardoso, grande amigo, admirador y fiel satélite de Miguel de Zuheros, había apaciguado los ánimos durante no poco tiempo y había procurado mantener viva en todos la esperanza; pero Tomás Cardoso acabó también por perderla y por cambiar su papel de apaciguador en el de cabeza de motín. Era Tomás Cardoso el más a propósito para este oficio.

El Fuerte de Mercedes avanzado al S al punto que queda explicado, forma la línea limítrofe con la provincia de San , descendiendo desde la Laguna de Milagro á la Cañada de Cardoso, que con las vertientes de esta recibe las primeras aguas el arroyo, que llaman del Medio, que con su cauce sirve de demarcacion, y señala las respectivas jurisdicciones en su curso, hasta hacer su confluencia en el gran Paraná.

Francolines de vistosas plumas corrían en bandadas. Tomás Cardoso, que era gran cazador, no pudo resistir a su deseo de matar el que le pareció más grueso y más cercano. Disparó una flecha, y el pájaro cayó herido a poca distancia.

Morsamor desenvainó entonces la daga que llevaba en el cinto, y, exclamando, ¡defiéndete, miserable! , se arrojó sobre Cardoso, que desnudó también su puñal y le aguardó sereno. El ímpetu y la destreza de Morsamor eran incontrastables. Con el brazo izquierdo paró el golpe que Cardoso le asestaba, y con acierto pasmoso hundió su daga en el pecho del rebelde hasta la empuñadura.

Con ímpetu irresistible se lanzó Morsamor contra Balarán, yendo a su lado Tomás Cardoso y otros ocho valientes, que arrollaban o derribaban cuanto obstáculo se les oponía. Así llegó Morsamor hasta donde se alzaba Balarán con la sangrienta daga en la diestra y tomó rápida venganza, atravesándole el cuerpo con su espada. La gente de Morsamor le defendía a un lado y a otro, rechazando a los indios.

De esta suerte, con ceño adusto y vertiendo sangre de su honda herida, el espectro de Tomás Cardoso se mostraba a los ojos de Morsamor siguiendo la nave.

Palabra del Dia

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