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Actualizado: 6 de septiembre de 2025


Sea de esto lo que quiera, creemos que en las partes existentes de la Sacristía del actual convento de la Encarnación, que caen á la calleja llamada de Santa Marta, y en la casa conocida con el nombre de la misma Santa, frontera á la Puerta de la Campanilla, pueden reconocerse todavía restos de la antigua Mezquita de los Osos, en unos fustes de mármoles con capiteles que estimamos árabe-bizantinos, existentes en los sitios mencionados, los cuales, antes de tener noticia de la mezquita, habían llamado nuestra atención y que ya creemos explicarnos satisfactoriamente, como restos de la misma.

Aquí, instrumentos de labranza en desorden. Allá, el aldeano con su pipa encendida esperando que el viento sople para dar principio a la limpia del montón de trigo que, mezclado con paja molida, espera ser aventado. Nada alegra la vista en esta estéril prisión. Ni los dorados capiteles, ni las altas torres de las grandes ciudades. Ni la carretera ni el río bullicioso.

No las compadezcas: la rosa silvestre que nace á orilla de un fragante naranjal no sabe tampoco por qué agrada su sencillez y por qué aquellos árboles son tan hermosos; pero esto no impide que ella sea flor, y que otro terreno menos privilegiado solo produzca espinos. Descansan en columnas de mármol con capiteles moriscos de selectas formas, todos entre diversos.

Su casa era la mejor que había en Villalegre, con una puerta principal adornada, a un lado y a otro, de magníficas columnas de piedra berroqueña, estriadas y con capiteles corintios.

De una iglesia que tuvo los techos pintados, y dorados de oro fino de lo más viejo de América los capiteles de los pilares, quedaba en pie, como una concha clavada en tierra por el borde, el fondo del altar mayor, cobijado por una media bóveda: un bosquecillo había crecido al amor del altar; la pared interior, cubierta de musgo, le daba desde lejos apariencia de cueva formidable; y era cosa común y sumamente grata ver salir de entre los pedruscos florecidos, al menor ruido de gente o de carruajes, una bandada de palomas.

16 Hizo también dos capiteles de fundición de bronce, para que fuesen puestos sobre las cabezas de las columnas; la altura de un capitel era de cinco codos, y la del otro capitel de cinco codos.

36 Y harás a la puerta del tabernáculo una cortina de cárdeno, y púrpura, y carmesí, y lino torcido, obra de bordador. 37 Y harás para la cortina cinco columnas de cedro, las cuales cubrirás de oro, con sus capiteles de oro; y harás de fundición cinco basas de bronce para ellas.

12 De la misma manera una ala del otro querubín era de cinco codos; la cual llegaba hasta la pared de la Casa; y la otra ala era de cinco codos, que tocaba el ala del otro querubín. 14 Hizo también un velo de cárdeno, púrpura, carmesí y lino, e hizo resaltar en él querubines. 15 Delante de la Casa hizo dos columnas de treinta y cinco codos de longitud; con sus capiteles encima, de cinco codos.

Una basa de estátua de marmol de una cuarta de alto y dos cuartas y media de ancho; tres capiteles de columna de marmol el uno de palmo y medio de alto y los otros dos menores.

La hojarasca de los capiteles «tomada del antiguo», era tan delicada y buena, como la que adornaba los mismos miembros arquitectónicos empleados en la casa del Marqués de Tarifa (la de Pilato). En cuanto á la traza, semejábase en gran manera á lo esculpido por los mismos artistas para los sepulcros de los Marqueses de Ayamonte. Tuvo de costo la obra de marmoleria, para el adorno de la casa de Don Fernando 230 ducados de oro. El edificio remataba en un antepecho revestido de brillantes azulejos, entre los cuales corría la siguiente inscripción, con letras capitales romanas (también de azulejería) negras sobre fondo blanco: DON FERNANDO COLÓN HIJO DE DON XPOVAL COLÓN PRIMERO ALMIRANTE QUE DESCUBRIÓ LAS INDIAS FUNDÓ ESTA CASA A

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