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Actualizado: 16 de octubre de 2025


Al primer campanillazo mi corazón se puso a latir tan fuerte, que me quedé como petrificada en la silla. Eran los Marqueses de Oreve, que notaron en seguida mi turbación. ¿Está usted mala? me preguntaron al mismo tiempo. ¿Elena? preguntó mi padre. Ha estado alegre todo el día como un pájaro de primavera. Nuevo campanillazo y nuevo ahogo.

Un campanillazo la separó de , y yo tomé el sombrero y me fuí a la casa de Castro Pérez. Aun no llegaba el jurisperito. En la puerta estaban, las señoritas. Salían de arreglar el despacho. Al verme se detuvieron a charlar conmigo. Tarde viene usted.... ¿Tarde? Acaban de dar las nueve....

Era un amigo: la portera se había descuidado. Otro campanillazo, dos más, el último a la desesperada, mucho más fuerte... y el inoportuno bajó lentamente la escalera como quien da tiempo a que abran y le llamen. Las tres menos diez. Hasta las flores, mal puestas en los búcaros, caídas y doblados los tallos, parecían cansadas de esperar. Silencio completo.

Locuras balbució la abuela. Un campanillazo, un ademán de la abuela para asegurarse de que su peinado está como es debido, un dolor más fuerte en mi cabeza, y entró en el salón mi destino bajo la forma del señor Boulmet acompañado del señor Desmaroy.

Estando en casa, tendrías que ir en el carro a llevar vino, durmiendo mal y trabajando como los machos. ¿Y aquí qué te hase falta? Tienes papusa buena y segura, trabajas poco, vas vestido como un siñor... Nelet, no seas bruto y a ver si das gusto a las siñoras.... Y así hubiese seguido desarrollando este capítulo de consejos, a no ser porque un campanillazo le cortó la palabra. Una visita.

En la escalera estaban colocadas media docena de camareras bávaras que habían acudido al oír mi campanillazo, con aquel aspecto de pájaros sin alas tan poco gracioso, que tienen todas las mujeres del lado allá del Rhin. Pregunto: ¿Embajada Francesa? Me lo hacen repetir dos veces y hete aquí que empiezan a reír, pero a reír haciendo retemblar la baranda con sus estremecimientos.

La anciana se levantaba para ir a sus quehaceres, y al pasar detrás de nosotros se detenía y nos acariciaba; a , estrechando mi frente entre sus manos; a ella, dándole una palmadita en cada mejilla. Un campanillazo solía poner término a nuestra conversación. Era que tía Carmen llamaba. ¿Dónde está mi Angelina? ¿Qué hace mi Angelina que no viene? Entonces iba yo a saludar a la enferma.

Se recitan a sus oídos madrigales nuevos y viejos que sólo a veces comprenden. Algunas suelen tener talento natural y da gusto hablar con ellas. Estas no duran allí mucho tiempo. Un campanillazo indiscreto llama a las hadas al teatro; la muchedumbre de abonados las acompaña la entrada del escenario, las retiene y entretiene detrás de los bastidores móviles.

Comenzó don Juan a dar paseos por el cuarto, y cada vez que llegaba hasta la puerta de la escalera, aguzaba el oído, esforzándose en distinguir y diferenciar los pasos de las gentes que subían... Los peldaños crujen... ¡no es ella!; debe de ser una mujer muy gorda; luego un chico que baja de estampía; después la pausada y ruidosa ascensión del... De pronto sonó un campanillazo; tornó de puntillas hasta la puerta, descorrió con gran tiento el ventanillo, y por una rendija imperceptible, conteniendo la respiración, miró.

He tratado de ver a Francisca para saber su pensamiento sobre esto, y me ha sido imposible... Francisca, que se encontraba como por milagro ante los pasos del señor Baltet, es ahora invisible. La señorita ha salido. Tal es la respuesta que responde a mi campanillazo, cada vez que trato de ver a esta fantástica Francisca.

Palabra del Dia

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