United States or Colombia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Las señoras caminaban con paso marcial, sin parecer intimidadas por la actitud hostil del gentío, como damas altivas que no temen al mal gesto de su servidumbre, mirando con desprecio á toda aquella balumba de pobretones que se sustentaban de lo que sus poderosas familias querían darles. Estalló un trueno de gritos, insultos é imprecaciones.

Dos parejas permanecían inmóviles, en íntima conversación, entre los pasajeros que caminaban por este lado del buque siguiendo su marcha matinal. En último término, hacia la proa, Ojeda y Mrs. Power continuaban acodados en la barandilla.

Si percibía entre las zarzas alguna madreselva, aunque se arañase las manos, ya estaba saltando á cogerla para ofrecérsela. Otras veces procuraba quedarse atrás para contemplarla á sabor. La condesa sentía sobre su espalda la mirada amorosa del joven, y sonreía. Caminaban por la margen del río, cuyo declive hasta entonces había sido bastante suave.

Yo gozo todos los días tanto o más de lo que has gozado hoy... Siguió desenvolviendo con brío su tesis nuestro farmacéutico, mientras caminaban hacia la Puerta del Sol. Miguel había concluido por guardar silencio, escuchando con placer y curiosidad aquellas peregrinas teorías.

Unos, apenas caminaban dos pasos, caían redondos, derramando un chorro de sangre por la herida zurcida con bramante. Era la muerte instantánea al recobrar las entrañas su posición. Otros manteníanse fuertes por los secretos recursos del vigor animal, y los mozos, después del «arreglo», los llevaban al «barnizaje», inundando sus patas y vientres con violentas abluciones de cubos de agua.

Caminaban tomadas del talle, lo mismo que si fuesen compañeras de pensión, y antes de que terminase la noche iban a tutearse, entusiasmadas por una amistad que consideraban eterna y databa de unas cuantas horas.

Apenas se percibían los bultos de los árboles cercanos y los de tal casa que otra de labranza construidaa al borde de la carretera. Los pies de los viajeros no producían el ruido seco que cuando caminaban por el empedrado de la villa, sino un chapoteo aún más triste.

Marchaban de un modo absurdo, como si aborreciesen la línea recta, en zigzag, en curvas, en ángulos. Otros senderos no menos complicados partían de esta zanja, que era la avenida central de una inmensa urbe subterránea. Caminaban... caminaban. Transcurrió un cuarto de hora, media hora, una hora entera.

Hijo y padre caminaban al caer la tarde por una deleitosa campiña que el sol poniente envolvía en una atmósfera de polvo luminoso.

Eran soldados de ocasión, armados de alabardas, de picas, de mosquetes. Caminaban con paso solemne, entre desconfiados y fieros, sin atreverse a mirar a las ventanas.