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Actualizado: 5 de mayo de 2025
¿Sois vos el novio, no es esto? dijo sentándose en un sillón y mirando al joven con el mismo aire impertinente con que hubiera mirado á un ayuda de cámara. Sí, señora; yo soy dijo don Juan, templando su acento al tono del de la duquesa, porque en orgullo no cedía á nadie ; yo soy el marido de doña Clara.
19 Por el placer se hace el convite, y el vino alegra los vivos; y el dinero responde a todo. 20 Ni aun en tu pensamiento maldigas al rey, ni en los secretos de tu cámara maldigas al rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra. 1 Echa tu pan sobre las aguas; que después de muchos días lo hallarás.
Cuando Felipe V y su corte estuvieron en Sevilla, la reina nombró á Duque Cornejo escultor de cámara en 1732, y al año siguiente de 1733, al marchar el rey en el mes de Mayo, se trasladó el artista á Madrid, en donde solicitó en vano ser nombrado escultor de cámara del monarca.
En aquel instante la joven sintió que le abandonaban todas sus fuerzas. El corazón comenzó a darle fuertes golpes en el pecho. La habitación se movía suavemente como la cámara de un buque. Se vio obligada a sujetarse con las dos manos al respaldo de una butaca para no venir al suelo.
Después venía el personal auxiliar de la familia: un ayuda de cámara andaluz, que lanzaba un che a cada dos palabras para que no le confundiesen con los de la tierra; una institutriz británica, roja y malhumorada; una doncella gallega, con vestido negro y cuello y puños masculinos; otra de pelo cerdoso, achocolatada de tez, los ojos achinados, oblicuos.
De allí pasó a otra habitación mucho mayor, todavía iluminada por un leve resto de luz diurna, que entraba por alta vidriera. Lucía no dudó ni un instante de su acierto: aquella cámara debía de ser la de Artegui.
Con todo eso, yo le satisfice de mi persona lo mejor que mentir supe, diciendo mis bienes y callando lo demás, porque me parescía no ser para en cámara. Esto hecho, estuvo ansí un poco, y yo luego vi mala señal por ser ya casi las dos y no le ver más aliento de comer que a un muerto.
Grandes sauces se inclinaban, llorosos y desconsolados, hacia el agua, que reproducía el blando columpiar de las ramas trémulas, entre las cuales se veía el disco del sol, y sus rayos, concentrados por aquella especie de cámara obscura, herían la pupila como saetas.
Contestará usted que sólo los Príncipes de la sangre tienen derecho a ello. Bueno se pondrá el Duque replicó Tarlein echándose a, reír. ¿Queda bien entendido? repitió Sarto. Si la puerta de la cámara real se abre durante nuestra ausencia, ha de ser después de muerto usted... No hay para qué recordármelo, coronel repuso Tarlein con altivez.
So color de haber sido hollados los derechos del pueblo en la manera de dar cumplimiento á los decretos del gobierno, la Cámara de los representantes fulminó contra Paez una acusacion, que en 30 de Marzo admitió el Senado, suspendiéndole de su empleo y citándole á dar cuenta de su conducta.
Palabra del Dia
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