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Estos garrotes suelen tener una medida dada, y por el número de garrotes, ó coloños, que van llenos al desván, calcula fácilmente el labrador el resultado de su cosecha.

«Piensa bien lo que haces le dijo , y no comprometas por tu...». Quería decir dignidad; pero no dio con la palabra por el poco uso que en su vida había hecho de vocablos de esta naturaleza. Pero se dio sus mañas para expresar toscamente la idea, diciendo: «Calcula que los que me conozcan te van a llamar el marido de la Fortunata, en vez de llamarte por tu nombre de pila.

Dices que sospechabas esto que ha pasado, mejor, que lo adivinabas. ¿En qué te fundabas para adivinarlo?... ¿qué observaste y qué supiste? ¡Ay!... ¡con lo que sale ahora este bobo...! ¿Crees que una mujer celosa necesita ver nada? Lo olfatea, lo calcula y no se equivoca... Se lo dice el corazón. El corazón no dice nada. Eso es una frase.

El general Flores fué el primer presidente de la república. El Ecuador tiene 1,500,000 habitantes, de los que se calcula que dos terceras partes son indios.

Unos dan el brinco directamente al río; otros, perjeños ignorantes de las costumbres de su raza, saltan del lado de la enorme boca maternal que los recibe y engulle en un segundo. Se calcula que la caimana se come la mitad de sus hijos.

El marqués presentía en tan arrogante hembra, no el placer de los sentidos, sino la numerosa y masculina prole que debía rendir; bien como el agricultor que ante un terreno fértil no se prenda de las florecillas que lo esmaltan, pero calcula aproximadamente la cosecha que podrá rendir al terminarse el estío. Pasaron al salón después de la comida, para la cual las muchachas se habían emperejilado.

El labrador Toribio viene á su casa, y cuenta que ha plantado un olivo; su mujer Águeda calcula, que, dentro de seis ó siete años producirá el árbol de cuatro á cinco celemines de aceitunas, y que con sus productos podrán plantar un olivar; ella, pues, recogerá las aceitunas, su marido las llevará al mercado en un asno, y Mencigüela las venderá. Suscítase una disputa entre ambos cónyuges.

El intrépido explorador que ha seguido su curso desde su nacimiento hasta la superficie menos accidentada del valle, ha visto, durante su largo descenso, en muchas partes peligroso, las más bruscas desigualdades del terreno, con sus inesperadas diferencias de inclinación: á los rellanos en donde el agua parece estancada, suceden repentinamente los precipicios perpendiculares donde el arroyo se arroja furioso; abismos, declives más ó menos rápidos, superficies horizontales, aparecen sin orden aparente á primera vista; y, sin embargo, cuando el geógrafo, sin hacer caso de detalles, calcula y traza sobre el papel la curva descrita por el arroyo desde la fuente situada en la región de los pastos hasta el valle frondoso, se ve que esta curva es de una regularidad casi perfecta.

El uno habla, escribe, proyecta, calcula, da mil vueltas á los objetos, todo lo prueba, á todo contesta, se hace cargo de mil ventajas, inconvenientes, esperanzas, peligros, en una palabra, agota la materia, nada deja en ella ni que decir ni que pensar. ¿Y qué hace el otro? ¿Es capaz de sostener la disputa con su adversario? no. ¿Deshace todos los cálculos que el primero acaba de amontonar? no. ¿Satisface á todas las dificultades con que su dictámen se ve combatido por el contrincante? no.

Y esto lo he pensado, Muñoz, no solamente ahora, sino hasta cuando ella se moría por usted. Nunca me pareció que se moría por , repuso Muñoz. Al contrario, Charito, ni cuando decía quererme. ¡Porque ella todo lo calcula! Y en su afán de rarezas, hasta suele disimular su cariño, ese cariño que ella empieza a sentir por cualquiera, pero que se le va con la misma facilidad.