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Actualizado: 7 de junio de 2025


Cuando truena y caen rayos creen que algún difunto que vive allá con las estrellas, está enojado con ellos, y aunque muchas veces caen rayos y centellas, no hay memoria de que hayan hecho daño ni muerto á ninguno. No tienen, pues, ni adoran otro Dios que á su vientre, ni entienden en otra cosa que en pasar buena vida, la mejor que pueden, viviendo en todo como brutos animales.

Aquí pensamos y sentimos; todas esas figuras caen á un mismo tiempo sobre nuestra cabeza y nuestro corazon.

Si no la virtud y el respeto á su estado, aquel amor desgraciado le salvó de los abismos en que caen los curas regulares y seglares en Filipinas. Dedicóse á sus feligreses por deber, y por aficion, á las ciencias naturales.

Domingo triste... En mi cuartito de fonda, cuya ventana da a las murallas árabes, procuro distraerme encendiendo cigarrillos... Toda la biblioteca de la hospedería ha sido puesta a mi disposición; entre una historia muy detallada del censo de la población y algunas novelas de Paul de Kock, encuentro un tomo descabalado de Montaigne... Abro el libro por donde él quiere abrirse, y vuelvo a leer la admirable carta en que describe el autor la muerte de La Boétie... Heme aquí tan meditabundo y sombrío como jamás lo estuve... Caen algunas gotas de lluvia.

La Inglaterra caerá; pero no caerá sino como cae una masa enorme: caerá como cayó el templo de Belo, como cayó el coloso de Rodas, como cayó el Partenon de Grecia, ó el Capitolio de Italia, como caerán las Pirámides de Egipto; como caen los milagros del hombre. Comimos en el pequeño restaurant de Lóndres, cerca de la fuente de Molière.

¡Oh! ¡oh! ¡D. Martín! El bueno de D. Norberto, capellán y organista de la parroquia, demasiado modesto para aspirar a sacar triunfante la virtud y la fe entre las clases elevadas, se dedicaba con entusiasmo hacía ya tiempo a arrancar del vicio a esas pobres mujeres que caen en él la mayor parte de las veces por miseria.

Las aguas del río se encajonan, en su mayor parte, en un canal de cuatro o cinco metros, practicado en el centro, y por él se precipitan sobre un escalón de todo el ancho de la catarata, a cinco o seis metros más abajo, donde rebotan con una violencia indecible y caen al abismo profundo con un fragor horrible.

¡Cómo se conoce que usted escupe en corro con la canalla! ¿Y cómo están sus mercedes del estómago? ¿Se han hecho al fin al vino de España? Y el Gran Duque de Berg, ¿cómo anda de sus calenturas? ¿Hay mieditis? Porque yo tengo para mi que si a esos señores se les caen los calzones es porque, como dijo el otro, al que mal vive, el miedo le sigue.

La misma consideración de mi riqueza, de mi material bienestar, de mi salud y de mi elegancia, se contrapone al estado de mi espíritu y me impulsa a contemplarle con mayor espanto y repugnancia. Mi cuerpo está sano y hermoso, pero mi alma, cuando caen los recuerdos sobre ella, está como Job en el muladar.

Sepa vuestra merced que esto de azotarse un hombre a sangre fría es cosa recia, y más si caen los azotes sobre un cuerpo mal sustentado y peor comido: tenga paciencia mi señora Dulcinea, que, cuando menos se cate, me verá hecho una criba, de azotes; y hasta la muerte, todo es vida; quiero decir que aún yo la tengo, junto con el deseo de cumplir con lo que he prometido.

Palabra del Dia

rigoleto

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