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Actualizado: 22 de junio de 2025


Si se les hubiera preso por lo primero, les hubieran cargado de cadenas, les hubieran maltratado, les hubieran tomado inmediatamente alguna declaración; por alguna palabra al menos, hubieran comprendido la causa de su prisión; nada de esto había sucedido; luego no estaban presos por el envenenamiento de la reina, sino por su fuga y por el robo.

Nuestro poeta muestra, al parecer, afición singular á describir seres humanos que crecen aislados de los demás mortales, repitiéndose este pensamiento en otras muchas obras suyas, como, por ejemplo, en Las cadenas del demonio, Apolo y Climene, La hija del aire, Leonido y Marfisa, El monstruo de los jardines y Eco y Narciso.

El miedo, el terror era como el de aquella noche en que vio a Mesía pasar por la calle de la Traslacerca, junto a la verja del parque; pero el placer era nuevo, nuevo en absoluto y tan fuerte, que le ataba como con cadenas de hierro a lo que ella ya estaba juzgando crimen, caída, perdición.

Y, creyendo esto bien y firmemente, alzó la voz, y, dando un gran suspiro, dijo: ¡Oh , quienquiera que seas, que tanto bien me has pronosticado!, ruégote que pidas de mi parte al sabio encantador que mis cosas tiene a cargo, que no me deje perecer en esta prisión donde agora me llevan, hasta ver cumplidas tan alegres e incomparables promesas como son las que aquí se me han hecho; que, como esto sea, tendré por gloria las penas de mi cárcel, y por alivio estas cadenas que me ciñen, y no por duro campo de batalla este lecho en que me acuestan, sino por cama blanda y tálamo dichoso.

Hallo extraña, para explicada sólo por una simpatía cualquiera, esa devoción de V., y recelo que la santita que se la infunde ha cautivado á V. con más dulces cadenas que las de la piedad. Te repito que no disparates volvió á decir el Comendador poniéndose muy serio. Confieso que es difícil de explicar el extraordinario cariño que Clarita me infunde.

Ellas conocían al dedillo todos los regalos de la novia: los diamantes, las perlas, los zafiros, los rubíes, las cadenas de pulseras y anillos y la serie de diademas, de aros y flores de piedras preciosas, que la vanidad humana había depositado a los pies de aquella criatura que vendía su cuerpo a los tres millones de un viejo de más de sesenta años.

Don Lorenzo exclamó Baldomero desde la caballeriza, aquí le han hecho un pericón... Usted que quería verlo. ¡Venga!... Cuando Lorenzo salió de bajo el ombú de la cantina, oyó el compasado y monótono «¡glú!... ¡gluglú!... ¡glúde las guitarras y el «¡ras!... ¡rasrrás!... ¡rasde los pies cepillando el piso al girar de los bailarines, como en las cadenas de los lanceros.

Fermín Montenegro era perseguido por homicidio; su proceso seguíase aparte, pero nada perdía la sociedad con exagerar los sucesos, poniendo un muerto más en la cuenta de los revolucionarios. Habían sido condenados muchos a presidio. La sentencia derramaba cadenas con una prodigalidad aterradora sobre el mísero rebaño, que parecía preguntarse con asombro qué era lo que había hecho en aquella noche.

Otro hombre, está sentado al borde de la cama y se encorva bajo el peso de gruesas cadenas: es el gitano y aquel ataúd es el suyo : el hombre que reza arrodillado es el verdugo. El gitano ha sido juzgado y condenado, y, según la costumbre, ha de permanecer en la capilla o capilla ardiente los tres días que preceden a su suplicio.

EL CABALLERO. Pero, ¿una vez fuera del convento, no podía recuperar su poder? EL MARINO. No, porque se había tenido buen cuidado de cargarle de cadenas... ¡casi no podía andar!... EL CABALLERO. ¡Como que tenía una pierna rota!... UNA MUJER. Lo hacía ver, pero era para engañarnos... EL CABALLERO. Yo, señores, no lo veo muy claro...

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