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Actualizado: 7 de septiembre de 2025
Ruborizose Laura hasta la raíz de los cabellos al oír semejante frase... Y Coca, siempre espontánea y sincera, le dijo en voz baja: Creo que tú vas a ganar la apuesta... Te casarás con Vázquez... Me alegro y te felicito... Si la coquetería y la mentira triunfan a veces, también triunfan otras veces la buena fe y la bondad... Lo reconozco.
Los cabellos del pobre joven aun se pusieron más tiesos como animados de una fuerza ascensional. ¿Concedes ó no concedes? Cualquier cosa, lo que usted quiera, Padre, pensaba él, pero no se atrevía á decirlo de temor se riesen. Aquello se llamaba apuro y jamás las había visto tan gordas.
Habíase vestido decentemente, sus cabellos, bien peinados y recogidos en una castaña, acreditaban el celo de Dolores, que era quien se había encargado de su tocado.
Juzgué que debía tener alrededor de veintiocho años, y me pareció un hombre vulgar, mal educado, de nariz chata y ancha y cabellos amarillos, cuya figura pesada, apoyado como estaba contra el bajo parapeto, era indudablemente la de un agricultor.
Pues, sí, maese Marner dijo Dolly, que estaba sentada escuchándole, con su rostro tranquilo, ahora encuadrado de cabellos canos , yo también temo; es la voluntad de Aquel que está allá arriba, que muchas cosas permanezcan obscuras para nosotros; pero hay algunas que nunca lo han estado para mí; son principalmente las que me vienen al espíritu durante el trabajo del día.
Algunas veces, sus ojos cargados con las imágenes de sus pensamientos se alzan un momento al cielo, al monte o sobre el valle, para caer siempre en éxtasis de adoración encima de la niña.... Soñaba.... Veía aquella mujer bella y pura que tenía los ojos y los cabellos lo mismo que Carmencita; tenía también su misma sonrisa serena y su misma voz de plata.
Doña Clara, que se había trenzado y arreglado entre tanto sus cabellos, permaneció largo tiempo en silencio. La reina estaba llena de ansiedad. Me casaré con ese hombre dijo al fin doña Clara. ¡Ah! ¡hermana mía! exclamó la reina arrojándose al cuello de doña Clara y besándola en la boca.
Mientras decía esto, iba saludando a los circunstantes con semblante furioso. Pero como todos sabían a qué atenerse, reían. Era una mujer metida en carnes, los cabellos artificialmente rubios, los ojos un poco saltones, pero hermosos, la boca fresca y sensual; una mujer agradable, en suma, que había tenido y que seguía teniendo, a pesar de sus años, muchos apasionados.
Las Argentinas ninfas, conociendo De aquesta Ana Valverde la belleza, Sus dorados cabellos descojendo, Envueltas en dolor y gran tristeza, Estan
Su rostro sin color parecía una página borrada en la que no se veía brillar más que dos grandes ojos negros. Una masa de cabellos de oro, finos y frondosos, se amontonaban sobre su cabeza. Una hermosa cabellera es el último adorno de los tísicos; la conservan hasta el fin y son enterrados con ella. Sus manos transparentes caían a lo largo del cuerpo y se confundían con los pliegues del vestido.
Palabra del Dia
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