Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 9 de mayo de 2025
Grupos de hombres armados, sin más guía que el indio mentiroso y fantaseador o el eco de una tradición confusa, iban de la Florida a la Patagonia, del Callao a la desembocadura del Orinoco, en busca del valle de Jauja, lugar paradisíaco de delicias y harturas, del Imperio de las Amazonas, de la «Ciudad de los Césares», áurea metrópoli que nadie vio jamás, o de la Fontana de Juventud, suprema esperanza de los conquistadores de barba canosa que sentían decaído su vigor.
Por la parte del norte, donde está Mendoza, circunda á dichos Césares una laguna de muchas leguas, la que les sirve de fortificacion y muro contra las invasiones de los indios caribes, como son los Puelches, Muyuluques y otras naciones. Con algunas tienen contratadas embarcaciones, cambiando á los indios mieses, trigos, legumbres, y ropas, por vacas que pasan embarcadas por la laguna.
El año de 512, salieron, segun creo, por la Concepcion, algunos de dichos Césares, de los cuales uno entró en Chile en la Compañia; y aun en Chile parece se ha tenido por muy cierto que hay dichos Césares; pues aun el venerable padre Antonio Ruiz de Montoya, en un memorial que presentó á Felipe IV, despues de haber estado cuatro años en Madrid, y en el que responde á nueve calumnias contra esta provincia, rebatiendo la segunda, de que los padres ponen mal á los españoles con los indios, en uno de los párrafos en favor de los Padres, dice así: A los Césares pretendieron conquistar los españoles.
Mas aquí tenemos otros fundamentos sólidos, que hacen verosimil la existencia de los españoles, á que el vulgo ha querido denominar los Césares, porque los indios que la han declarado uniformemente, nada han dicho de ponderacion que pueda mover la codicia, pues han asegurado que tienen lino, que tienen casas de paja y totora, que tienen artilleria menuda, pocas armas de fuego, y muchas lanzas, con otras particularidades que no militan en el imperio del Paytití, y poblacion del Dorado y Gran Guivira.
Que eran muy ricos, y tenian comercio, porque entraban embarcaciones en su puerto. Que esta gente se comunicaba con otros llamados Césares, por un camino de risqueria, que solo á pié se podia, andar, en que tardaban dos dias.
Fuera de otras noticias confusas, que mal explicadas de unos en otros indios, han llegado en varios tiempos á Buenos Aires, este año de 1740, examiné con industria á un indio de los de la Cordillera de Chile, llamado Francisco, á quien los indios, que acá llamamos Césares, habian traido muy muchacho por esclavo.
Y teniendo presente estos acaecimientos, algunos críticos han colocado las poblaciones de los españoles, que llaman Césares, entre los paises imaginarios, fundando su opinion en los antedichos egemplares, y en que no han podido ser hallados, sin embargo de la solicitud con que muchas veces han sido buscados: como entre otros sucedió con el Padre Nicolas Mascardi, de la Compañia de Jesus, apostol de las Indias de Chiloé, que habiendo entrado tierra adentro en demanda de estas poblaciones, el año de 1673, solo consiguió morir á manos de los indios Poyas.
Ni por casualidad conduce una vez sola al terreno del honor a nadie que salga ileso... ¡Arre, pajarita! ¡vamos, que conduces a un héroe! ¡Hoy te envidiarían los caballos de los césares de Roma! Estas burlas crueles no lograron desarrugar el entrecejo de los turcos, y el cochero, en vista de que sus palabras no hacían gracia, adoptó el prudente partido de callarse.
Además, príncipe, los extranjeros que vienen a España, tienen la preocupación de contar entre los goces que se proponen disfrutar, esto es, el buen clima, los toros, las naranjas y el bolero, las conquistas amorosas; y muchas veces se llevan chasco. ¡Cuántas quejas he oído yo de los que entraron como Césares y salieron como Daríos! Entre tanto, el barón se había acercado a las mesas y veía jugar.
Eran unas flores como todas, nacidas en una tierra igual á las otras tierras; pero el marco de las tapias milenarias, la vecindad de los cubículos y taberne de la casa edificada por Pansa en tiempo de los primeros Césares, les daban el mismo interés que si fuesen rosas de dos mil años, milagrosamente conservadas.
Palabra del Dia
Otros Mirando