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Actualizado: 5 de junio de 2025
Cuando ya no quedó nada que sacar, unos señores que se llaman crédito público buscaron un hombre de bien para guardar el convento, es decir, el caparazón. Oyeron hablar de mi hijo, y vinimos a establecernos aquí, donde yo vivo con ese hijo, que es el único que me ha quedado. Cuando entramos en el convento, salían de él los padres.
A pesar de la natural bondad de su alma, su religión sombría y terrible le obligaba a maldecir y a lanzar anatemas. Pero las tres amigas, imaginando, como por inspiración, que sólo el ermitaño podía descifrarles la carta, se decidieron a arrostrar sus maldiciones y le buscaron, según queda dicho, por espacio de siete días.
Sepan vuesas mercedes que toda mi hacienda queda puesta desde hoy al servicio de esta demanda. Y si el caso lo pide, hareme subir en silla a la muralla, que aún puede mi diestra disparar un venablo. Al escuchar aquella voz, el Canónigo y Ramiro se buscaron uno a otro en la obscuridad. ¡Don Íñigo! ¡Válame Dios! exclamó el Lectoral asiendo del brazo a su discípulo.
17 Y Jonatán y Ahimaas estaban junto a la fuente de Rogel, porque no podían ellos mostrarse viniendo a la ciudad; y fue allá una criada, la cual les dio el aviso; y ellos fueron, y dieron aviso al rey David. Y la mujer les respondió: Ya han pasado el vado de las aguas. Y como ellos los buscaron y no los hallaron volvieron a Jerusalén.
Durante unos instantes estuvo su vida en peligro. Uno o dos hombres se levantaron en el acto, varias manos buscaron armas ocultas, y sólo la intervención del juez pudo dominar la propuesta de «echar a aquel insolente por el balcón». El reo se reía, y su socio, al parecer ignorante de la sobreexcitación que causaba, aprovechó la oportunidad para enjugarse otra vez la cara con el pañuelo de bolsillo.
Sentíase avergonzado de su arrebato. ¡Pegarle al pobre tísico!... Para sofocar sus remordimientos, profirió en voz baja soberbios retos. «¡Otro deseaba él que hubiese cantado!...» Y sus ojos buscaron al Ferrer, pero el temible verro había desaparecido.
Acudieron muchos de los presentes á examinar los estragos, y un señor dijo: «Es que se ha hundido la mesa y todas las figuras se han revuelto.» Empezaron á recoger las figuras y á ponerlas en orden. Después del minucioso recuento y de reconocer una por una todas las piezas, se echó de menos algo. Buscaron y rebuscaron; pero sin resultado. Faltaban dos figuras: la Mula y el Buey.
Pero ¿adónde fue? ¿No la buscaron? Tu hermano se puso perdido. ¡Pobre Esteban! Algunas noches lo sorprendimos en ropas menores en el claustro alto, tieso como un poste, mirando al cielo fijamente con unos ojos que parecían de vidrio. No había que hablarle de buscar a la chica: se enfurecía.
Desde la isla de los Pájaros, que hace abrigo á una ensenadilla muy segura, para invernar cualesquiera embarcaciones, pasaron á otra ensenada mas al oeste, en frente de la isla de los Reyes, en la misma costa septentrional: buscaron allí agua, y solamente hallaron en un valle un pozo antiguo de agua salobre, que, segun se tiene entendido, fué la única que hallaron en este puerto los holandeses.
Juntáronse sus cabezas, y sus cabellos y sus alientos se confundieron. ¿Y cuál es, Amaury? preguntó Magdalena. La de expresarse dos su amor juntos y en un mismo beso... ¡Te amo, Magdalena! ¡Te amo... Am!... Sus labios buscaron los de Amaury, que llegaron a rozar los de su amada; pero la última palabra, que más bien era un grito de amor indecible, acabó en un lamento de acerbo dolor.
Palabra del Dia
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