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Pu... pu... pues yo concluyó la sexta, que era bastante tartamuda ta... ta... ta... tamién.... Oír esto y soltar la carcajada la niña, hasta entonces taciturna y desdeñada, fué una misma cosa. ¡Y se chancea! exclamaron admiradas las otras. ¡Ta... ta... ta! repetía entre carcajada y carcajada la burlona. ¡El demonio de la...! ¡El diantre de...! ¡Miren si...! ¡Atreverse a burlarse de una niña fina!

Esta enrojece como una amapola y temblando de emoción se lo entrega, mientras la desairada Telva se muerde los labios pálida de cólera. Nolo se acerca á Demetria y le hace igual petición. La niña se lo tiende con sonrisa melancólica. Luego, emparejados, se alejan departiendo entre los árboles. ¿Qué hacías mientras tanto, linda y burlona morenita?

Era de esas personas que algunos llaman oscuras, por enemigas del ruido y del brillo; altiva al mismo tiempo que bondadosa; caprichosa y sencilla; burlona y reservada. A este carácter picante se agregaba el exterior más seductor y más lindo.

Sabía de buena tinta que la traviesa Amparito había tronado con el artillero; consideraba además como de muy buen signo que doña Manuela hubiese invitado a su familia, desechando la anterior frialdad; pero a pesar de esto, el bebé le había recibido con una sonrisa maligna, burlona, y antes de que hablara, se agarró del brazo de sus amigas, dejándole con la palabra en la boca.

No repuso Cobo dando un chupetón al cigarro mientras sus facciones se contraían con una leve sonrisa burlona . Si le contradigo se enfada, y si repito lo que él dice, lo mismo. ¡Se entiende, chico, se entiende! Si ya sabemos que eres un guasón de primera fuerza. No necesitas esforzarte más delante de estos señores.... Pero lo que es ahora, has dado una buena pifia.

Se equivocan como unas estúpidas exclamó una voz burlona y vibrante, la voz de Francisca, que entraba en este momento en el saloncillo. Y bien añadió, después de darnos un vigoroso apretón de manos, ¿hay indiscreción en preguntar a ustedes qué dicen esos imbéciles?... Y sin oír el grito ordinario de protesta que se nos escapó a pesar nuestro: «¡Oh! Franciscase instaló cómodamente en un sillón.

Y seguía arrojando a la cara de Rafael, sombrío por sus malos pensamientos, aquella risa franca y burlona que parecía el parloteo de un pájaro travieso satisfecho de su libertad. ¡Pero qué mala cara tiene usted hoy! ¿Está usted enfermo?... ¿Qué le pasa? Rafael aprovechó el momento. Estaba enfermo, ; enfermo de amor.

Aquí le quería pillar, calaverón, tenorio de la calle Alsina... De seguro que está usted declarando su amor a esta señorita, en estilo de factura. Visiblemente irritado Manzanares por la burlona intervención, se apresuró, sin embargo, a contestar, temiendo que Isidro persistiese en sus bromas. No señor; hablábamos de cosas serias, de cosas de allá.

Imaginaos los chistes, las bromas que descargaría sobre el pobre Erín nuestra gente sevillana, tan chusca de suyo y tan burlona. El buen hombre tuvo que pasar no sólo por el susto y el aguacero, sino por una risa homérica, de la que en su tierra no había tenido ni aún idea. Confieso con vergüenza que habiendo vuelto con intención de reunirme a él, no tuve valor y eché a correr.

No me acuerdo... ¿En qué querrías que pensase? El conde vaciló un momento; pero animado por la graciosa sonrisa de su ex-novia se atrevió a articular: En . Fernanda le miró en silencio, con curiosidad burlona bajo la cual chispeaba una alegría imposible de ocultar.