United States or Mayotte ? Vote for the TOP Country of the Week !


Como soy, que es la verdad exclamó éste colorado ; informaos, si queréis, de más de cien personas que presenciaron el lance. Aseguro que una acacia entera y verdadera se desplomó sobre mi pobre Erín. Por fortuna estaba colocado de tal manera, que evitó el choque del tronco, pero quedó preso entre las ramas, como un pájaro en la jaula.

Los dos brazos del arroyo nos parecían anchísimos estrechos, y para convencernos más de nuestra soledad en la inmensidad de las aguas, hasta les dábamos el nombre de océanos: uno era para nosotros el Pacífico; el otro, el Atlántico. Una piedra aislada sobre la que chocaba la corriente, se llamaba la blanca Albión, y más lejos, una cabellera de limo detenida por la arena, era la verde Erin.

El espíritu del héroe de la Mancha continuó Rafael se había apoderado de mi irlandés, a quien llamaré Verde Erín por habérseme olvidado su verdadero nombre. Una tarde nos paseábamos en la plaza del Duque. El cielo se oscureció y estalló de repente una tormenta; yo traté de buscar abrigo, pero él siguió paseando porque tenía gana de experimentar una tormenta española.

Imaginaos los chistes, las bromas que descargaría sobre el pobre Erín nuestra gente sevillana, tan chusca de suyo y tan burlona. El buen hombre tuvo que pasar no sólo por el susto y el aguacero, sino por una risa homérica, de la que en su tierra no había tenido ni aún idea. Confieso con vergüenza que habiendo vuelto con intención de reunirme a él, no tuve valor y eché a correr.

El buen viejo parecia muy contrariado por falta de confianza, y se habia vuelto taciturno. Así, la sola ocupacion del gigante de la verde Erin, hasta San-Thomas, se redujo á destapar botellas y devolverlas vacías, fumar, silbar con melancolía y cantar á hurtadillas algunas canciones de su tierra, un tanto cuanto coloradas para ser de país católico romano.

Yo estuve algún tiempo sin tener noticias suyas; y como se dice vulgarmente que la esperanza era verde y se la comió un borrico, ya iba creyendo que la misma desgracia había acontecido a mi verde Erín, cuando me escribió contándome lo ocurrido.

Eran catorce, todos rubios como unas candelas, y corpulentos y sanos á fuer de legítimos hijos de la verde Erin. Su edad variaría entre diez y seis y veinticuatro años. Aquellos escolares simbolizaron á mis ojos un tributo de respeto y de agradecimiento que la católica Irlanda sigue pagando á la nación católica por excelencia.

Sigue, Rafael, sigue, hijo suplicó la marquesa , porque ya preveo que ese temerario va a saber por experiencia propia que no se debe tentar a Dios. Pues mi Erín siguió Rafael estaba recibiendo el agua como el arca de Noé, cuando cayó un rayo en el árbol bajo el cual se había sentado. Vaya, vaya gritaron todos , eso es cuento; ¡cosas de Rafael!

Me voy y me quedo. ¿Y qué? ¿Te vas, dejando al pobre Erín en manos de los ladrones? Es preciso que acabes tu relación dijo la condesa.