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Actualizado: 22 de julio de 2025
Al acercarse al pilón de la fuente de Oeste, De Pas tuvo tentaciones de aplicar sus labios al tubo de hierro que apretaba con sus dientes un león de piedra, y saciar sus ansias en el chorro bullicioso, incitante.... No se atrevió y dio la vuelta, continuando su paseo en la soledad. Al llegar a la otra fuente, iguales ansias, iguales tentaciones.... Media vuelta y atrás.
Podía considerarse la primera como la personificación de la amenidad serena y elevada, y la segunda como la del regocijo y bullicioso trastulo de los seres humanos: de tal al menos calificaba donna Olimpia a su compañera. Y Tiburcio añadía, en alabanza de ambas, que eran, por estilo profano, como Marta y María, representando una de ellas la vida contemplativa y la vida activa la otra.
Se agitó la muchedumbre en la calle de las Sierpes con alegre curiosidad. Los «pasos» de la Macarena, formando ahora compacta procesión, avanzaban acompañados de una banda de música. Redoblaban con furia los tambores, rugían las trompetas, gritaba el bullicioso tropel de los «macarenos», y la gente subíase en las sillas para ver mejor el ruidoso y lento desfile.
Discusiones profundas, peroraciones elocuentes y galanterías, crónica escandalosa, frivolidades y grandes cosas, delirios y negocios ligeros, y aún amores ardientes y terribles pasiones se agitan en aquel santuario bullicioso y esencialmente democrático.
Este era el alma de la tertulia por lo bullicioso y decidor. Inteligente, instruído, perspicaz, oportuno, hacía que le oyéramos sin darnos cuenta de las horas que pasaban. Recibió el título a mediados del 67; había estudiado en Villaverde, en Pluviosilla y en México.
Había salido temprano a comprar varias cosillas, o si se quiere, había salido por salir, por ver aquel Madrid tan bullicioso, tan movible, espejo de tantas alegrías, con sus calles llenas de luz, sus mil tiendas, su desocupado genio que va y viene como en perpetuo paseo.
Mucho se discurre sobre si conviene o no la centralización administrativa y sobre los grados de autonomía de que deben gozar la provincia y el Municipio. Cuestiones arduas son estas que yo dejo con gusto para que las resuelva el bullicioso enjambre de hombres políticos y de Estado que en España tanto peroran y se agitan.
La bandera germánica, sombreada por su faja negra, mezclábase con el bullicioso tricolor de la francesa, la púrpura británica, el verde de la italiana, que parece un reflejo de mar latino, la cruz blanca suiza, las barras y enrejados de las escandinavas y el reventón de cohete rojo y dorado de la española.
Yo miraba y no veía nada... estaba escondida: ¿dónde?, dirá usted... dentro de mi cerebro. Yo me metía las manos en la cabeza y escarbaba allí dentro; pero no la podía coger. Era una burbuja, una partícula, un átomo bullicioso y movible que me atormentaba en sueños y despierto. Quise olvidarla y no pude.
La niña de Bringas se atracó de un plato de leche, que le gustaba mucho; pero bien caro lo pagó la pobre, pues no hacía un cuarto de hora que se había acostado, cuando fue acometida de fiebre y delirio, y empezó a ver y sentir entre horribles disparates todos los incidentes, personas y cosas de aquel día tan bullicioso en que se había divertido tanto.
Palabra del Dia
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