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Actualizado: 2 de mayo de 2025
De repente, en el calor de su explicación, hizo este un brusco movimiento con el brazo y pegó en la paleta del niño; desprendiósele esta con fuerza de la mano, y fue a caer sobre la manga izquierda de Jacobo, manchándosela toda de pintura. El muchacho retrocedió un paso, poniéndose lívido.
El príncipe se vió arrastrado por los sucesos de un modo brusco. Una fuerza misteriosa é irresistible le empujaba, le hacía perder el equilibrio en lo más alto de aquella vida tan dulce, tan amplia, coronada de un halo de gloria.
Después prestaba oído al canto brusco de algún pájaro, y Silas aprendía a divertirla, haciéndole seña de callarse, a fin de que pudieran escuchar, a la espera de los acentos que iban a recomenzar. Y cuando volvían, ella alzaba los hombros y reía gorjeando su triunfo. Sentados de este modo entre el follaje, Silas se puso de nuevo a recoger las plantas que le eran antes familiares.
La idea del dinero que ganaría con el trabajo del momento no le proporcionaba ninguna satisfacción, porque aquella imagen mezquina no hacía más que recordarle de nuevo su infortunio; y esas esperanzas habían sido aplastadas con demasiada violencia por el brusco golpe para que su imaginación se detuviera en la idea de ver acumularse su nuevo tesoro con aquel pequeño comienzo.
Era más bien brusco que cortés; pero sabía admirablemente distinguir de personas y se suavizaba cuando hacía falta. Esta misma tosquedad nativa servíale para disfrazar lo astuto y sutil de su pensamiento. Parecía que aquel exterior burdo, rústico, aquellos modales exageradamente libres y campechanos no podían menos de guardar un corazón franco y leal.
Las seis columnas son redondas y las de los cuatro ángulos son cuadradas aparentando estar formadas del agrupamiento de cuatro. Su altura desde el suelo viene á ser de unos nueve palmos y medio. El capitel de las columnas es muy brusco y no tiene adorno ninguno, y sino fuese porque en la parte superior termina en cuadro, se podria considerar como un codo truncado.
Era inteligente y listo, pero no tenía más que veintitrés años. Era tímido y estaba muy enamorado, circunstancia que no le despejaba la mente, pero que sería una ingratitud de mi parte, el criticarla. Al día siguiente volvió sin su madre y trató de conversar conmigo. ¿Sentís, señorita, que se haya terminado la temporada de los bailes? Sí le respondí en un tono tan brusco como el de Susana.
El hecho era grave, y aquel despilfarro rompería de un modo harto brusco las tradiciones de la familia. Mas ¡era tan hermosa la manteleta...! Los parisienses la habían hecho para ella... Se determinaba, ¿sí o no? Se determinó, sí, y para explicar la posesión de tan soberbia gala, tuvo que apelar al recursillo, un tanto gastado ya, de la munificencia de Su Majestad. Aquí de las casualidades.
¡Suelta, suelta! respondió él haciendo un movimiento brusco y zafándose de su mano. Y con paso vivo se dirigió al despacho, dejando a Clara acongojada. García leía ya atentamente por un libro a la luz del quinqué. ¡Hola, amigo! profirió Tristán con una voz tan extraña que García levantó la cabeza sorprendido. ¿Cómo estamos, amigo? siguió con la misma inflexión de voz y acercándose a la mesa.
Milagros se hacía mostrar todo lo de la tienda, revolvía, comparando; pasaba del brusco antojo al frío desdén; regateaba, y concluía por adquirir diferentes cosas, cuyo importe cargábanle en su cuenta. Rosalía, si algo compraba, después de pensarlo mucho y dar mil vueltas al dinero, pagaba siempre a tocateja.
Palabra del Dia
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