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Actualizado: 28 de julio de 2025


El catalán sostuvo con brío lo que había dicho; pero viendo que todos reíamos y que Cueto no respondía, se calló por algunos instantes, con señales de enojo. Villa comenzó a embromar a Eduardito. Al parecer, este lánguido mancebo estaba perdidamente enamorado de una vecina amiga de su madre y hermana, lo cual era causa de haber perdido el apetito casi enteramente.

Y, como viese que no podía, como viese que del tocarse su alma con la del Padre, ya por la palabra, ya por la mirada, cuando antes parecía que brotaban calor y magnética lumbre, entonces se formaba hielo, se lo explicó suponiendo que no hay brío ni vigor en los corazones humanos para varios afectos, y que, donde uno impera, los otros caen y desmayan, aunque sean de muy distinta condición y naturaleza.

Todavía tienes que pasar por un amargo trance, y ansiaba yo conocer el brío que hay en ti para sufrirle. GOPA. Antes de su abandono, antes de que esta desgracia me hubiese herido el alma, la imaginación medrosa me fingía mayor la pena que iba a sobrevenir, y me menguaba los medios de consuelo. Ahora nada hay ya que me aterre.

Contemplamos como testigos la lucha secular entre la cruz y la media luna; oimos los gritos de guerra y el estrépito de las armas, y entre ellos, cantos llenos de melodías y quejas amorosas, hasta que, al fin, el sonido de la campana se sobrepone al fragor de las batallas, y el pueblo victorioso planta el símbolo de la fe en las mezquitas del Profeta, pero asimilándose todas las bellezas que encuentra entre los vencidos, y haciéndolas florecer luego con más pompa y con mayor brío.

El color es de frescura y riqueza incomparables: la ejecución, minuciosa por lo esmerada y grandiosa por el resultado, esta en armonía con la índole de la figura donde todo revela fuerza, decisión y brío .

La tierra adentro salen de corrida, Dejando los soldados en el puerto, En centinela estan de noche y dia, Y cada cual igual temor tenia. Llegué yo á esta sazon en mi navio De allá de la Asumpcion con poca gente; El pueblo se holgó y tomó brio, Y á sus casas volvieron de repente.

Al español espera, y con gran brio Le dice, que no pare en este asiento; Que veinte leguas mas, hay gran gentío satisfacer puede bien su intento. Pasado el Yaguarí, famoso rio, Los soldados irán con gran contento, Y á veinte leguas, poco mas ó menos, Los campos hallarán de gente llenos.

Sin embargo, entre las ideas aisladas, que hemos expuesto acerca del mérito literario de nuestro poeta, nada hemos dicho de otras prendas que lo adornan; pero, ¡cuán indecible es la gracia y el agrado, de que reviste á sus imágenes! ¡Cuánta la lozanía y sencillez, que les prestan tan irresistible atractivo! ¡Cuán arrebatadoras y naturales las simpatías que nos inspiran! ¡Con qué torrente caudaloso de poesía inunda los objetos más insignificantes, adornándolos con los más bellos colores y con las más lindas flores! ¡Cuán mágico el poder, con que sabe cerrar el círculo seductor de la poesía, conmoviendo nuestro corazón, ya con los más suaves acordes, ya arrastrándonos con su brío y su violencia! ¡Cuánta, cuán viva y delicada es su jovialidad al lado de la seriedad más grave é imperiosa! ¡Cuánta es la claridad y la exactitud, con que en sus composiciones se reflejan la vida y la naturaleza en enérgicos rasgos, ofreciéndonos una fiel imagen del mundo, de la completa existencia y de los afectos de la humanidad, empleando sólo el arte en separar las excrecencias y angulosidades de la materia, y redondeando sus ásperas masas con plástica armonía!

Amaneció el día que se siguió a la noche de la ronda del gobernador, la cual el maestresala pasó sin dormir, ocupado el pensamiento en el rostro, brío y belleza de la disfrazada doncella; y el mayordomo ocupó lo que della faltaba en escribir a sus señores lo que Sancho Panza hacía y decía, tan admirado de sus hechos como de sus dichos: porque andaban mezcladas sus palabras y sus acciones, con asomos discretos y tontos.

Palabra del Dia

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