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Aún no hacía veinticuatro horas que se conocían, y Fernando la hablaba con absoluta confianza, libre de los retrocesos que inspira la timidez, como si un largo trato de años hubiese desgastado entre ellos todas las angulosidades de la prudencia y el miedo.

Tal vez la poesía la había embellecido al tocarla con el ala de sus rimas; tal vez era la noche la que la transformaba, agrandando sus ojos con un brillo lunar, rellenando de nácar las angulosidades de su rostro descarnado, sustituyendo su color verdoso y enfermizo con una palidez luminosa. ¡Los ojos de animal humilde, agradecido a la caricia, que fijó ella en sus ojos al sentirse contemplada!... ¡La ruborosa confusión con que volvía la cabeza, temiendo insistir en una mirada que podía traicionarla!... Se convenció de que él no había visto hasta entonces a esta mujer, no la había comprendido, limitándose en sus conversaciones a sentir lástima de sus infortunios, como si su vida estuviera agotada y fuese igual a un árbol caído, incapaz de florecimiento...

Aquella hendidura, labrada por la fuerza brutal de la Naturaleza, parecía angosta vista de lejos; mas de cerca, sus paredes, formadas por las aristas y angulosidades de las rocas, se apartaban, dejando en medio un vacío ancho y tenebroso, donde en confuso desorden iba hacinando el tiempo peñas rodadas, troncos caídos y malezas barridas por los vendavales.

Algunos creían en una lucha con un «cabeza de olla» ú otro pez carnívoro de los que cazan en las aguas mediterráneas. En vano los pescadores llevaron sus barcas por todas las angulosidades entrantes y salientes del promontorio, explorando las cuevas sombrías y los bajos fondos de cristalina transparencia. Nadie pudo encontrar el cadáver del Tritón.

Aquellos payeses vestidos de pana azul, con sus fajas y corbatas de color y sus flores detrás de las orejas, le habían parecido en los primeros momentos figulinas originales creadas únicamente para servir de adorno a los campos, coristas de una opereta pastoril lánguida y dulzona; pero ahora los conocía mejor, eran hombres como los demás, y hombres bárbaros, en los que el roce de la civilización apenas había logrado un leve pulimento, conservando todas las angulosidades cortantes de su rudeza ancestral.

¡El puñetazo que se llevaría la tal, de no existir la verja entre las dos!... Empezaba á dirigir terribles alusiones al pecho plano de la doncella, á sus angulosidades de muchacho, subiendo rápidamente el diapasón de sus ofensas, cuando sintió que la cogían de los hombros. Al volver la cabeza, vió junto á la acera un automóvil que acababa de detenerse.

Sin embargo, entre las ideas aisladas, que hemos expuesto acerca del mérito literario de nuestro poeta, nada hemos dicho de otras prendas que lo adornan; pero, ¡cuán indecible es la gracia y el agrado, de que reviste á sus imágenes! ¡Cuánta la lozanía y sencillez, que les prestan tan irresistible atractivo! ¡Cuán arrebatadoras y naturales las simpatías que nos inspiran! ¡Con qué torrente caudaloso de poesía inunda los objetos más insignificantes, adornándolos con los más bellos colores y con las más lindas flores! ¡Cuán mágico el poder, con que sabe cerrar el círculo seductor de la poesía, conmoviendo nuestro corazón, ya con los más suaves acordes, ya arrastrándonos con su brío y su violencia! ¡Cuánta, cuán viva y delicada es su jovialidad al lado de la seriedad más grave é imperiosa! ¡Cuánta es la claridad y la exactitud, con que en sus composiciones se reflejan la vida y la naturaleza en enérgicos rasgos, ofreciéndonos una fiel imagen del mundo, de la completa existencia y de los afectos de la humanidad, empleando sólo el arte en separar las excrecencias y angulosidades de la materia, y redondeando sus ásperas masas con plástica armonía!

Juanón se afirmaba en esta creencia, viendo el estado de consunción de la muchacha. Ya no quedaba en ella el menor vestigio de carne: sus débiles músculos de anémica se habían derretido. Sólo subsistía el esqueleto, marcando sus angulosidades bajo la epidermis blancuzca, que parecía adelgazarse también como una envoltura sutil.