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Yo digo la verdá aunque sea delante del mi marido replica la de la buhardilla, mirando de reojo á una esquina de la calle y bajando la voz así que ve al Tuerto. La vieja del segundo clava la última raba, y sin mirar hacia su nuera, vase retirando del balcón, dejando fuera estas palabras: Anda, anda á prepararle la comida, ¡borrachona!

Yo digo la verdá aunque sea delante del mi marido, replica la de la buhardilla, mirando de reojo á una esquina de la calle y bajando la voz así que ve al Tuerto. La vieja del segundo clava la última raba, y sin mirar hacia su nuera, vase retirando del balcón dejando fuera estas palabras: Anda, anda á prepararle la comida, ¡borrachona!

¿Que no quiero yo á mis hijos!...; ¿que no los quiero! ruge la de la buhardilla, puesta en jarras y echando llamas por los ojos. ¿Quién será capaz de hacerlo bueno? Yo replica con mucha calma la vieja; yo que los he recogido muchas veces en mi casa, porque los dejas desnudos y abandonaos en la calle cuando te vas á hacer de las tuyas de taberna en taberna ... ¡borrachona!

En toda la largura de la playa solamente se oyen las voces de las mujeres y de las criaturas. ¡Pobres almas, qué triste suerte les espera! La misma que a todos nosotros. ¡Pedir una limosna por las puertas! Por agora, la mar sólo ha echado el cuerpo del patrón y el del rapaz. ¿De quién era el rapaz? No decírvoslo. Era el hijo más nuevo de la Garula. ¡Valiente borrachona está la madre!

Cuando pasaba bajo los balcones el cuerpo inerte de Mauricia la Dura, cargado por los de Orden Público y escoltado por el gentío, Fortunata se quitó del balcón, porque le faltaba ánimo para presenciar tal espectáculo. Doña Lupe y Papitos que lo vieron todo, y esta tuvo aún la pretensión de que su ama la dejase ir a la botica para ver la cura que le hacían a aquella borrachona.

¿Que no quiero yo á mis hijos?... ¿Que no los quiero? ruge la de la buhardilla, puesta en jarras y echando llamas por los ojos. ¿Quién será capaz de hacerlo bueno? Yo replica con mucha calma la vieja; yo que los he recogido muchas veces en mi casa, porque los dejas desnudos y abandonaos en la calle cuando te vas á hacer de las tuyas de taberna en taberna... ¡borrachona!

Contra esto no había más recurso que figurar que D. Romualdo se había puesto muy malito, y salir de noche a velarle, yéndose a casa de Almudena... Pero la presencia de la Petra podría ser obstáculo: al peligro de que un testigo incrédulo imposibilitara la cosa, se añadía el inconveniente grave de que, en caso de éxito feliz, la borrachona quisiera apropiarse todos o una parte de los tesoros donados por el Rey... Por cierto que mejor que en piedras preciosas, sería que lo trajesen todo en moneda corriente, o en fajos de billetes de Banco, bien sujetos con una goma, como ella los había visto en las casas de cambio.

Mi tía me echó de la casa y mi tío se desapareció. Yo estaba enferma, y Juárez me dijo que si me iba con él, me llevaría a baños. Decía que ganaba montes y montones en las romerías, y que yo iba a estar como una reina. No se podía casar conmigo porque era casado, pero en cuantito que se muriera su mujer, que era una borrachona, cumpliría, si señor, cumpliría conmigo.

Gime, herida, la infeliz; lloran asustados los granujas, y el iracundo marinero sale al balconcillo renegando de su estrella y maldiciendo á su mujer. La borrachona los consumió en aguardiente.

Harta de retozar con los curas, se quiere hacer la obispa catoliquísima y meterse en el confesonario... ¡Perdida, borrachona, hipocritona!... púa de sacristía, amancebada con todos los clérigos... con el Nuncio y con San José...».